La seguridad atrapada en un laberinto
La inseguridad reinante en la ciudad deja
atónita a la indefensa y desamparada ciudadanía.
En desesperada actuación, la victima de robo
de celular persigue y atropella al atracador con su vehículo, dando muerte
accidental a otro presunto cómplice, hechos que aun no se esclarecen. Deberá
ahora responder por accidente de tránsito y la imputación de homicidio culposo.
A pocas cuadras, un inocente ciudadano es
víctima de “fleteo”, acribillado ante la sorprendida mirada de transeúntes. Una
pareja, a bordo de un vehículo, en el centro de la ciudad, es amenazada con
arma de fuego, milagrosamente escapando del cruce de disparos entre sus
atracadores y oficiales de policía quienes perciben el ilícito y dan de baja al
agresor. Colegiales son asediados por bandidos, despojándolos de celulares,
zapatillas, pertenencias y descaradamente piden desbloquear las claves de sus móviles.
Ante estos hechos protuberantes, ocurridos en
menos de 48 horas, el Alcalde con su acostumbrada y autentica candidez, aunque
en esta ocasión, se percibe en su voz y expresión, angustia y desesperación, reprocha
a los comunicadores cercanos al despacho, por sobredimensionar el tema de
inseguridad y magnificar una negativa percepción ciudadana.
La autoridad y confianza debe
recobrarse. No puede
sucumbir ante el laberinto que atrapa la seguridad. Precisa ejercer autoridad,
disciplina y orden exigiendo a todos los actores sus compromisos
constitucionales. Una declaratoria de emergencia permitiría hacer cambios
estructurales al interior de la administración con asignación presupuestal para
dotación, modernización y mantenimiento de elementos de seguridad inservibles.
Es el momento de considerar un
cambio diametral en la política de seguridad. La ciudadanía no puede seguir
siendo blanco permanente de atracos callejeros, robo de celulares, cruce de
disparos y zonas con barreras invisibles de territorialidad. La política macro
de estado buscando alternativas de mejorar la convivencia, mediante programas
de educación, inclusión social y cultural, deben complementarse con una agresiva
política de autoridad policiva.
La labor de identificación
documental, en especial automóviles, motocicletas y conductores, labor de la
Secretaria de Transito, apoyados por la Policía, debe realizarse en las comunas
identificadas como de mayor albergue criminal. Debe implementarse una política de requisas
callejeras permanentes, en especial en las comunas con altos índices
delincuenciales. Sitios conocidos por la ciudadanía como de alta peligrosidad
deben ser monitoreados, vigilados y custodiados permanentemente. El pie de
fuerza policiva debe estar activamente en patrullaje y no estacionados en
intersecciones o encuartelados en las estaciones de Policía.
La implementación de estructuras
policiales empoderadas de elementos de inteligencia, apoyadas por modernos
sistemas tecnológicos conformada por cuerpos elite con probada experiencia, experticia
y honestidad se hacen indispensables ante el fortalecimiento de bandas
criminales, micro tráfico, extorsión, sicariato, agencias de cobro y anarquía
delincuencial.
Las impresiones de la ciudadanía
no son nociones abstractas, algo de realismo conllevan.
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