Se pone a prueba la sabiduría e integralidad del Congreso

 


Cuando hace un año votamos en las urnas por quienes nos representarían en el Congreso para Senado y Cámara, la elección presidencial apenas se definía. La democracia y Constitución así lo han establecido. Los dos poderes, el ejecutivo y el legislativo actúan totalmente independientes, con autonomía propia.  

 

La conformación del Congreso es la más diáfana expresión democrática. La mayoría de los partidos tienen su representación, algunos con mayor número de integrantes, pero el voto individual de cada congresista es único.

 

Tradicionalmente, en todas las democracias, los partidos más representativos en número de congresistas son los llamados mayoritarios. Sin embargo, en el momento de posesionar al elegido presidente, se da inicio al reacomodo de esas mayorías naturales. 

 

En Colombia, los partidos pueden agruparse en tres orillas. Los de gobierno, los independientes y los de oposición. Posteriormente se conforman y eligen las diferentes comisiones, encargadas de actuar como primer filtro en el debate de las iniciativas legislativas. 

 

Durante el primer periodo de la primera legislatura del Congreso, la iniciativa de la reforma tributaria fue la más importante de la agenda. Bajo el liderazgo del ministro de hacienda, José Antonio Ocampo Gaviria, se consultó y socializó, permitiendo ser escuchadas diferentes opiniones. Al final del debate legislativo el Congreso aprobó la reforma con algunas modificaciones, mostrando su complacencia e inteligencia legislativa hacia el gobierno del presidente Petro.

 

Para este segundo periodo, la agenda de las reformas propuestas será mucho más compleja, controversial y definirá el rumbo ideológico del país. Salud, Laboral, Energética, Transporte y Pensional serán las más importantes. En esta ocasión los ministros de esas carteras no gozan del reconocimiento y cordura de Ocampo.

 

El presidente Petro no puede olvidar su formación como congresista. Él es el más calificado en diferenciar la autonomía de poderes, el ejecutivo y el legislativo. No debe actuar como el gran opositor que fue, sino con la sensatez del gobernante, quien le propone al país iniciativas de cambio.

 

A su vez los congresistas deben realizar un juicioso análisis de las reformas propuestas, empleando para su estudio la capacidad académica, intelectual y disciplina de sus unidades técnicas legislativas, al igual que simpatizantes calificados y gremios de los sectores impactados, aportando conocimiento y experiencia.

 

Atrás debe quedar el activismo político propio de campañas de cambio y respetar la institucionalidad democrática. Los debates se dan en el congreso y no en las calles como lo propone el gobierno. Las ansias de poder no pueden obnubilar y enceguecer el destino del país.  Tampoco debe existir extralimitación de funciones.

 

Si bien es cierto todo es susceptible de mejorar, se haría un grave perjuicio a sectores consolidados como la salud, el ahorro pensional, energético e infraestructura de transporte, con propuestas infundadas basadas en equivocaciones conceptuales y amañadas estadísticas.

 

Esperamos un debate concienzudo de proyección del país que queremos y no infundadas sandeces demagógicas. 


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