Colombina; historia dulce de orgullo vallecaucano

 


La presente semana fue elegido Empresario del Año 2022, distinción otorgada por el diario capitalino La República, Cesar Caicedo Jaramillo, presidente de la quasi centenaria empresa vallecaucana Colombina.

 

El inicio de la empresa data al año 1927. En un pequeño local, de nombre La Mascota, ubicado en la esquina de la Carrera Cuarta con Calle Once de la Plaza de Caicedo de Cali, Manuel María “el chato” Buenaventura y los hermanos Dídimo y Absalón Reyes habían invitado a Hernando Caicedo, destacado, exitoso e intuitivo empresario agroindustrial, a formar parte del incipiente emprendimiento para producir bombones, bananas de dulce con sabor a banano, piña, manzana y confites. Consideraban podrían competir y eventualmente sustituir los artesanales pirulís, chancacas y suspiros, entre otros. 

 

A Hernando le sonó la idea. Inclusive se entusiasmó trayendo los palos para los bombones cortados de los arboles Brasil que abundaban en sus predios de La Paila. A la pequeña empresa la bautizaron con el nombre Colombina, inspirado en el agraciado personaje femenino de mayor presencia en la ópera Los Payasos de Ruggero Leoncavallo.  

 

La crisis económica global de 1929 atemorizó a los socios de continuar en el negocio. Ofrecieron en venta sus acciones. Hernando, hombre de visión empresarial y sagaz inteligencia, estaba seguro era una fascinante oportunidad de dar, a través de productos derivados, mayor valor agregado al azúcar. Con el beneplácito de su socia, confidente y esposa Cecilia González, aceptó la oferta. 

 

Hernando, hombre sencillo, culto, de buenas maneras, de baja estatura, noble pero estricto, de suave voz, de profunda penetrante mirada y rigurosa disciplina trasladó la fábrica de Cali a La Paila, colindante con el ingenio Riopaila, ubicado en Zarzal, en el centro del departamento. Estaría más cerca de las materias primas, los mercados de centro y norte del país, oferta de mano de obra, bajo costo de energía y suficiente área para expansión de la operación a futuro. De incuestionable compromiso convirtió sus confites en nombre genérico nacional; “colombinas”.

 

Hernando y Cecilia tuvieron cuatro hijos. Siempre contaron con el apoyo y consejo de su hija Irma. Hernando visionaba que su hijo mayor Belisario, fuera el director general de sus empresas, Jaime Hernando se dedicara a Colombina, Álvaro Hernando a labores agroindustriales en el ingenio Castilla y su sobrino doble Enrique González Caicedo en Riopaila. Lamentablemente Belisario falleció en trágico accidente aterrizando en su avioneta en Riopaila. Hernando debió continuar con la dirección general de sus empresas. Supervisaba los diferentes frentes meticulosamente y dedicaba tiempo de invaluable aporte a compromisos familiares, políticos, cívicos, gremiales y su disciplina de escribir.

 

Jaime había heredado de su padre la misma postura, modales, estatura, suave voz y visión empresarial. Su pasión fue Colombina. En largas y enriquecedoras charlas, de grata recordación y admirable respeto, que tuve la fortuna de compartir con Jaime, cuando yo era estudiante universitario, en su casa de Wellesley a finales de la década de los sesenta, su perspectiva global era impresionante. Insistía hasta el cansancio que el futuro de Colombina era presencia global, agresivo mercadeo, ampliación fabril multinacional, creatividad, innovación permanente y competir agresivamente en mercados internacionales. Como en un texto académico, aprendí en estas tertulias, el significado de la expresión gerencial “pensar fuera de la caja”.  

 

Tuvo la sutileza empresarial de comprar, con excepción de los herederos de Belisario, a sus hermanos, sus participaciones en la empresa. Dedicó su energía, esfuerzo y vida a la obra empresarial que sus hijos, yernos, nietos, miembros de sus juntas directivas, estrechos colaboradores como Ariosto Manrique, quien desde mensajero de Hernando escaló a la Presidencia de la empresa, y, desde luego, Cesar Caicedo Jaramillo, presidente actual de la empresa, quienes han continuado unificadamente en la construcción de aquella lejana ilusión hecha realidad. 

 

Colombina vende global y anualmente aproximadamente US$700 millones. Participa con sus productos en decenas de categorías de alimentos, ostenta una clientela mayor a 750,000 clientes, llega a 85 países y tiene operaciones propias en 14 naciones. Es generadora de un número aproximado de 9,000 empleos directos formales, bajo el sello ejemplar de alta responsabilidad social, fundacional y ambiental.

 

El sueño de Hernando y Jaime es un tributo a la persistencia, empeño y profunda fe en el país. Los colaboradores, empleados, proveedores y beneficiarios así lo forjaron. Con orgullo vallecaucano nos unimos a esta celebración.


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