Arboricidio en Cristo Rey

 


La comunidad residente en cercanías del parque mirador de Cristo Rey alzó su voz de protesta ante el arboricidio perpetrado en el proyecto del Parque de Cristo Rey, liderado por la Alcaldía del depredador Ospina.

 

La incoherencia de Ospina raya con lo subliminal. Es incomprensible que el partido que representó Ospina, Alianza Verde, el mismo que pregona por defender los recursos naturales, guarde silencio sepulcral ante este hecho. En esta ocasión todos los indescifrables defensores filosóficos y académicos, los mismos que nos encerraron recientemente para celebrar el infundado Dia sin Carro, no se inmuten contra la devastación arbórea, pérdida de flora y extinción de fauna.

 

https://guillermoulloatenorio.blogspot.com/2022/11/dia-sin-carro-un-futil-argumento.html

 

Al igual que el caótico y catastrófico daño irreparable ambiental de las cuencas hídricas resultante de la minería ilegal o la voladura de los oleoductos nunca se escucha vehemente pronunciamiento de los mal llamados “verdes”. Quizás tratándose de lejanos hechos, apartados de su cotidiano vivir y entorno, no justifican asumir energúmena postura. Pero en este caso, el hecho ocurre en zona rural del casco urbano más importante del occidente colombiano y aun así sus voces no se escuchan. 

 

No se entiende el agache de las autoridades ambientales. Comprensible que el DAGMA, del bolsillo de la alcaldía, otorgue concepto favorable. Pero no es entendible que los organismos encargados de autorizar licencias ambientales, aquellos que frenan atravesándose, como mulas muertas en el desarrollo vial del país, o la misma CVC, guardiana de la zona rural caleña no se pronuncien.

 

Los hechos de corrupción que hacen carrera en esta administración, evitando procesos licitatorios transparentes, se asoman al encargar a la Secretaría de Vivienda de la ejecución presupuestal de los contratos interadministrativos, como si esta dependencia no tuviera la prioridad de solucionar el déficit de vivienda que hoy se estima supera las 100 mil unidades. 

 

Pero quizás lo obvio es si la obra es prioritaria para la ciudad. Urbe sumida en tantos otros problemas estructurales, como, por ejemplo, los dos fenómenos que carcomen la ciudadanía, la inseguridad y movilidad. 

 

Los recursos que se invertirán en el mal llamado corredor ambiental, de aproximadamente $ 150 mil millones, podrían mejor emplearse en dotación de cámaras de seguridad, o mejorar la capacidad de respuesta de la autoridad o agilización de procesos de judicialización de sujetos privados de libertad. 

 

En movilidad, también existen otras necesidades apremiantes. Salvar al MIO, implementar la anunciada semaforización inteligente, ejecutar las recomendaciones del plan integral de movilidad urbana (PIMU), actualizar el plan vial de la ciudad, terminar las inconclusas mega obras de su primera administración, estructurar proyectos de vías urbanas concesionadas, construir ciclo rutas y andenes peatonales.

 

Esta será otra interminable e inconclusa obra dilapidando los recursos que el irresponsable Concejo Municipal autorizó, acrecentando la percepción de ser la peor y más corrupta administración municipal en la historia.

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