Decrecimiento económico; de la teoría a la práctica

 


El decrecimiento económico es una improbada teoría académica presentada hace más de cincuenta años por el rumano Georgescu-Roegen y liderada este siglo por el francés Serge Latouche. Se trata de una abstracta línea de pensamiento mediante la cual se sugiere decrecer el modelo económico global para disminuir el cambio climático, enfatizando en reducir la exploración de hidrocarburos y bajar la oferta de productos de consumo masivo. 

 

La teoría, por lo absurdo e incomprensible de la misma, nunca se puso en práctica. Sin embargo, la línea filosófica e ideológica del presidente Petro y su ministra de Minas y Energía han vuelto a poner sobre el tapete la posibilidad de experimentarla en Colombia.

 

Insinuar la suspensión de la dinámica de exploración y explotación de hidrocarburos es un comienzo. Las controvertidas expresiones han suscitado un sinnúmero de validas observaciones. Quizás la más congruente y conclusiva es la imposibilidad de mantener indicadores de crecimiento económico. Efecto natural y resultante de la teórica postura.  Por otro lado, Colombia, sin los recursos en divisas y aportes contributivos soportados por el sector, entraría en un espiral cambiario y fiscal peligroso, difícilmente sustituible, en el corto plazo, con otros sectores agroindustriales, manufactureros y de servicios.

 

Si bien es cierto, Hugo Chávez no tenía el concepto ideológico del decrecimiento económico como plataforma socio política, implementó una serie de medidas, que al final coincidieron con el marco filosófico de la teoría.

 

Venezuela ha reducido la exportación de petróleo del pico de 3.5 millones de barriles diarios de 1998, a menos de 700,000 según los últimos registros, volumen superado por Colombia, impactando negativamente su comportamiento y sostenibilidad económica. Venezuela, había concentrado durante el siglo pasado sus esfuerzos en la dependencia de hidrocarburos, sin alternativas sustitutas y una económica altamente subsidiada. Con los cambios de contracción en la plataforma exportadora de hidrocarburos y por arte de birlibirloque, convirtieron su economía en fenómeno estructural inviable.

 

La teoría del decrecimiento económica, llevada a la practica en Venezuela, ha empobrecido el país. Coincide con el éxodo de más de 7 millones de personas, la quinta parte de la población, en búsqueda de alternativas de supervivencia. La hiperinflación pasó de un histórico similar al comportamiento colombiano a registros incalculables superiores al 100,000% anual. La tasa engañosa de desempleo registra indicadores por debajo del 10%, resultante de la disminución poblacional por efetos del éxodo. La moneda ha perdido tanto valor que en los últimos veinte años ha tenido que eliminar 14 ceros a su denominación facial, devaluación comparable a los índices inflacionarios previamente analizados. 

 

El improbado marco conceptual teórico expresado por el gobierno nacional debe reflejarse con prístina reflexión en el espejo de la realidad venezolana. No basta con ideologías abstractas. Comparemos el comportamiento de nuestra economía, con aciertos y equivocaciones, pero con ortodoxia macro económica, que en el mismo periodo ha permitido un desarrollo sostenible y equilibrado, comparativamente al empobrecimiento del vecino país, otrora el país más rico del continente latinoamericano.

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