Turismo, el nuevo realismo mágico


Colombia se perfila como gran destino turístico.

Nuestra diversidad cultural, variedad de climas, desde fríos paramos hasta cálidas playas tropicales; pluralidad gastronómica, de sofisticados gustos en ciudades capitales y, a su vez, sencillos platos autóctonos de manjares frescos, a lo ancho y largo del territorio; multiplicidad de recodos naturales, bañados por la encumbrada riqueza hídrica sin precedentes, desnudando bellos parajes de aguas cristalinas con arco iris de colores; la alegría de sus gentes, sean caucásicos, afro descendientes, indígenas o el bello mestizaje, manifestada a través de expresiones musicales, danzas, literatura y poesía, son elementos de nuestro potencial mágico.
El universo escondido de la Amazonia y Orinoquia, con sus antiguas y prehistóricas formaciones geológicas, virgen, inexplorado y antiquísima flora y fauna del escudo guayanes, es un mundo perdido que extasía al más sofisticado y experimentado aventurero.
El avistamiento de ballenas yubarta jorobadas en la costa pacifico, en temporada de apareamiento, con saltos y gemidos de alegría, invitan a divisar uno de los espectáculos más grandiosos del planeta, de paso dando luz a sus ballenatos.
La riqueza aviar estimada en número de especies de aproximadamente 2000 convierte a Colombia en referente mundial para millones de ornitólogos que encuentran la búsqueda de la belleza singular que la naturaleza brinda. Es hogar a la quinta parte de las especies del mundo, espectáculo para avezados aficionados y fotógrafos, deleitándose con captura de imágenes del esplendido colorido y congelando incesantes movimiento del tesoro oculto de alguno de los 150 especies de colibríes que nos habitan.
Si bien la naturaleza ha bendecido la nación, el sinfín de climas ha permitido el florecimiento de expresiones plasmadas en la arquitecura, que por siglos forjaron infinidad de revelaciones en fincas sabaneras, cafeteras, playeras, la vasta llanura y construcciones coloniales que glorifican la región andina y los patrimonios de Cartagena de Indias y Santa Cruz de Mompox.
Los pueblos andinos y veredas de Cundinamarca, Boyacá, Eje Cafetero, Cauca, Valles del Magdalena y del Cauca, con majestuosidad de templos, iglesias, basílicas, plazas e infinidad de costumbres religiosas, mercados campesinos y oficios artesanales, constituyen tesoros y remanso para el viajero.
Las milenarias sabidurías indígenas arraigadas, enclaustradas y congeladas en el tiempo son muestra de la convivencia cultural que enriquece la independencia, respeto a tradiciones y costumbres antiguas.
El turismo puede sustituir las exportaciones de hidrocarburos, con potencial inconmensurable de generación de empleo y oportunidades, para el desarrollo armónico, ordenado y formal, rural y urbano, de la “economía naranja” que pregona y pondrá en práctica Iván Duque.

Es el realismo mágico desplegándose como las alas de las mariposas amarillas inmortalizadas por García Márquez.

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