Miguel Uribe Turbay
Atardeciendo el sábado 7 de junio fuimos sorprendidos por la nefasta noticia del atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay ocurrido en el barrio Modelia de la capital. Inmediatamente el laberinto de mis recuerdos me llevó al lejano 22 de noviembre de 1963, cuando se anunció, a través de los parlantes de mi colegio el triste mensaje; “El presidente Kennedy ha sido abaleado y se encuentra en la sala de urgencias del hospital Parkland de la ciudad de Dallas en el estado de Texas”.
Quienes vivimos las más oscuras épocas del terrorismo urbano del final de la década de los ochenta nos entristeció que el país se devolviera tres décadas. Los candidatos presidenciales Jaime Pardo Leal (1987), Luis Carlos Galán (1989), Carlos Pizarro (1990), Bernardo Jaramillo Ossa (1990) y Álvaro Gómez Hurtado (1995) habían sido asesinados en atentados criminales.
Nuevamente el narcoterrorismo se apoderaba de la nación. En esta ocasión no era Escobar o los hermanos Castaño. Podrían ser decenas de organizaciones criminales nacionales o extranjeras que la impunidad, desgobierno y falta de autoridad habían impulsado y fortalecido.
Quince días antes habíamos departido con Miguel y su esposa María Claudia en agradable almuerzo de amigos que en su honor le había organizado en Cali. Su juventud, acompañada de brillante madurez, claridad conceptual, profundo respeto institucional, meticuloso conocimiento del país y agradable forma de comunicar sus ideales con facilidad expresiva habían cautivado el auditorio.
Sin alardes, relató como el también había sido víctima de la violencia que le arrebataron a su madre, Diana, secuestrada y asesinada por Escobar, cuando tan solo tenía cuatro años. Sus recuerdos maternales formaron parte de la vocación de servir a los demás. Una niñez y adolescencia colmada de amor recibido de su padre Miguel y su abuela Nidia. Un joven inquieto, encontró en la música clásica inspiración interpretativa y en el ajedrez habilidad de estrategia y concentración. Jocosamente comentó de su participación en la Feria de Cali, que, a diferencia de sus amigos, no era de baile, ni rumba sino competir en la competencia ajedrecista prevista anualmente.
Se graduó en derecho en Uniandes, continuo su maestría en la misma universidad y completó unos años después administración pública en la facultad John F. Kennedy en la prestigiosa universidad de Harvard.
Su principal derrotero es la seguridad. La búsqueda de la paz, propósito de su madre periodista, es su inspiración. La causa de Diana se volvió su propósito de vida. Un país sin violencia, sin negociar principios y valores, un país donde la no violencia debe empezar en desescalar las agresiones, intimidaciones y expresiones de odio.
Quizás ese inolvidable almuerzo se resume en el comentario, uno de los asistentes, Guillermo Alberto Orozco Hormaza, le hizo llegar a Miguel. “Con el programa que nos presentó, uno vuelve a confiar en que Colombia tiene FUTURO; y que, con su liderazgo, experiencia, hoja de vida limpia y voluntad de servir, regresa la ESPERANZA para salir de este caos tan triste y grave en que estamos”.
La voluntad divina permitirá que Miguel salga adelante. Sus ideas, propósitos y sueño de una Colombia, que su voz ha unido, son nuestro derrotero.
Nuestras oraciones acompañan a María Claudia, sus hijos, a Miguel padre, familia, partido y la inmensidad de seguidores, que unidos no seremos inferiores a su propósito.
Gracias apreciado Guillermo Eduardo por tu mensaje,hemos regresado lamentable a los años anteriores de violencia en el desempeño de las funciones de hacer proselitismo politico
ResponderEliminarNunca olvidaremos le reunion convocada por ti, en donde pudimos apreciar las grandes dotes y calidades de Miguel Uribe Turbay. quien lamentablemente lucha por su vida ahora.