Agro impulsará definitivamente la reactivación económica de Colombia
Un puñado de columnistas, como lobos solitarios, han clamado durante años la importancia del sector agrícola, agroindustrial, piscícola y pecuario para el país. Andrés Espinosa F., Indalecio Dangond, José Félix Lafaurie,desde sus respectivas tribunas, profundizan con acertado conocimiento la indolencia de los gobiernos, dando la espalda al sector más importante colombiano. Fernando Londoño Hoyos, de tradición cafetera, nos ha ilustrado incansablemente sobre la importancia del cultivo de café, impactando socio económica y positivamente más de 600 municipios a lo largo y ancho de la geografía nacional, coincidiendo su apreciación con eruditos conocedores del tema.
Los efectos desestabilizadores globales de la pandemia atentan la estabilidad, crecimiento y desarrollo económico. El gobierno nacional puede complementar las políticas de estado de reactivación económica impulsando el sector agrario. El crecimiento positivo del sector, muy probablemente cerrando el año con indicadores de doble digito, es diametralmente opuesto al crecimiento negativo de la economía.
El agro, a diferencia del sector extractivo minero energético, no padece de la enfermedad holandesa, de efectos nocivos por su dependencia de inestables ingresos de divisas y consecuente depredación de recursos naturales.
Estudios de la FAO consideran que hacia el año 2050, la población mundial se acercará a 10 billones y la respuesta de alimentar esa población, mayoritariamente urbana, recaerá en pocas regiones del mundo.
Colombia, con excepcional riqueza hídrica, catalogada como el primer país latinoamericano con mayores tasas de precipitación anual y decimo mundial, su infinita variedad de pisos térmicos, clima, fertilidad de sus suelos, facilidad fluvial y marítima tiene potencial incalculable de convertirse en despensa de seguridad alimentaria global. Es uno de los siete países en latitud tropical con mayor potencial para el desarrollo de áreas cultivables según la FAO (2014), siendo los otros seis, Angola, Argentina, Bolivia, Brasil, Congo y Sudan.
Esta privilegiada, esencial y básica condición es fundamental para incrementar ágilmente su producción agrícola y desarrollo agroindustrial. Colombia ostenta un potencial de 23 millones de hectáreas, de las cuales hoy son explotadas eficientemente la tercera parte, aproximadamente 7 millones de hectáreas.
El favorable precio del café, cotizándose la carga cercana a un millón trescientos mil pesos, el mas alto en la historia, y cosecha estimada de 14 millones de sacos de este año es ejemplo prístino de nobleza agraria. Las incipientes, estables y crecientes exportaciones de cafés especiales, cacao, frutas, hortalizas y aguacate sumadas a las tradicionales azucareras, bananeras, maderables, oleaginosas, bovinas, proteínas blancas, piscícolas, confitería y alimentos procesados son ejemplos claros de importancia del sector.
Es vital sacudir el Ministerio de Agricultura de su inoperancia y letargo. Debe convertirse en un verdadero ente planificador del sector y no el actual enjambre de ineficaces agencias e institutos, dedicados a la interpretación y regulación de un confuso y equivocado enjambre ideológico y legislativo de su nefasto pasado.
Es urgente la formalización del empleo agrario permitiendo garantizar sus derechos con acceso a seguridad social y pensional.
Las vías secundarias, terciarias, distritos de riego, embalses y protección de inundaciones son infraestructura indispensable para el uniforme desarrollo agrario, de paso, convirtiéndose en vertiginoso impulsador y generador de empleo.
La dotación de servicios básicos de agua potable, tratamiento de aguas servidas y energía, complementadas con infraestructura educativa y de salud es desarrollo socio económico fundamental de aisladas poblaciones, azotadas por la violencia y presencia de bandas criminales protectoras de cultivos ilícitos.
Incentivos fiscales y seguridad jurídica son requisito para atraer inversión de importantes capitales privados. La seguridad física y protección de tenencia de la propiedad, especialmente en zonas de sustitución de cultivos, corredores naturales del narcotráfico, robustece e integra apartadas zonas rurales.
Es indispensable buscar mecanismos conducentes a sustituir los 14 millones de toneladas de alimentos importados anualmente. No podemos seguir cometiendo errores de importar azúcar, etanol, siropes de maíz, condimentos y alimentos procesados, entre otros, cuando la producción nacional puede suplir las necesidades.
Cultivos formalizados y asistidos de hortalizas y frutas serian un principio de estabilización de la excepcional extensión del minifundio campesino cordillerano de exponencial valor exportable.
Colombia no tendría que buscar nuevos, innovadores, pero improbados sectores, para un rápido y duradero crecimiento. Tan solo es fijarse en su abandonado patio trasero. Ahí esta enterrada la riqueza del país.
https://guillermoulloatenorio.blogspot.com/2015/09/regreso-al-campo.html
Excelente artículo
ResponderEliminarEntiendo que en los ultimos veinte años la dirigencia agropecuaria ha sido la misma, con bastante incidencia en el ejecutivo. Que han hecho? De pronto hacer politica dudosa sin luchar por el sector.
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