AUTORIDAD

Hace unos años presente mi nombre como proyecto político a la Alcaldía de Cali. Concebí y acuñe el eslogan de campaña Amor por Cali, fundamentado en las cuatro letras que conforman la palabra; A de autoridad, M de movilidad, O de oportunidad y R de respeto.
La sigla me sigue acompañando, identificándome en redes sociales, pues sigo convencido y cada día con mayor firmeza, que la ciudad, región y país tiene que fortalecer el significado de estos cuatros principios fundamentales de convivencia. Se requiere reconstruir una cultura ciudadana, que anhelamos, profesando vivir ordenada y pacíficamente con autoridad y respeto.
En las últimas semanas hemos presenciado bochornosos, lamentables e inconcebibles incidentes traducidos en irreverencia e irrespeto a la institucionalidad de la autoridad.
Finalizando el año observamos, atemorizados y aterrados, como unos delincuentes, engañosamente acudiendo a su etnia indígena, respetada constitucionalmente en nuestro país, amenazaban con machete en mano. a un soldado uniformado de la patria que cumplía su deber de hacer respetar la propiedad privada e institucionalidad democrática.
Otro episodio, en distinto lugar del país, mostraba delincuentes foráneos atropellando una patrulla motorizada de la Policía, irrespetando los uniformados y de paso destruyendo sus motocicletas.
En Cali, la semana pasada, ciudadanos que habían abusado del espacio público, utilizándolo como parqueadero de motocicletas, se enfrentaban aireada y agresivamente, sin escrúpulos, a los guardas de transito que estaban cumpliendo su deber de hacer respetar la norma.
Otro vergonzoso acontecimiento se presentó en céntrico lugar de la ciudad entre conductores y venderos ambulantes donde la intolerancia se convirtió en escena de riña callejera. En el momento que trató de intervenir la patrulla motorizada de la Policía esta fue agredida sin clemencia.
El hombre, por naturaleza, convive en un medio hostil. Por ello y para hacer respetar y cumplir normas de convivencia se confiere de autoridad a un cuerpo superior. La autoridad es transversal en todos los campos.
Su esencia radica en la valoración del principio en el núcleo primario fundamental de la familia. Se extiende al lugar de estudio, de trabajo, de comunidad, finalmente desarrollándose en lo funcional, a través de la institucionalidad de las fuerzas del orden, quienes entregan al estamento judicial, encargado de imponer justicia equilibrada y equitativa de ley y orden.
No podemos tolerar la sublevación hacia la institucionalidad democrática de autoridad. Nuestros gobernantes, a todo nivel, y próximos representantes al Congreso, tiene la obligación moral de hacer respetar y fortalecer la autoridad, como principio esencial de convivencia.
Es paso firme y en dirección correcta hacia el principio del fin de la corrupción, el peor flagelo de la sociedad, donde se cultiva el irrespeto, desacato e irreverencia hacia la figura de autoridad.

La anarquía que  estamos presenciando es el peor síntoma de descomposición social. 

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