Viejo, mi querido viejo


Con estas sencillas palabras, el cantautor argentino Piero, inmortalizó, como dibujando con pincel, la figura pesada de su padre, a quien la “edad se le vino encima”.  La preciosa letra y melodía, envuelta en poesía, detallan recuerdos de una juventud lejana, perfilan la lentitud de su movimiento, detallan la tristeza que embarga al hombre bonachón que lleva con estoicismo los años vividos.

Pareciera que la desolación descrita en la letra de la canción fue inspiración en la actitud asumida para tomar algunas decisiones de aislamiento a la población mayor en los últimos meses. 

Si bien es cierto la debilidad y fragilidad inmunológica del organismo afecta mayoritariamente a los mayores de sesenta años, y era importante su protección, la discriminación y exclusión con la cual se trató este segmento poblacional es censurable. 

El sentimiento fue expresado por el exministro Rudolf Hommes (1943), al convocar, con el sarcasmo y sátira que lo caracteriza, un movimiento de rebeldía por la marginalidad que esta actitud estatal provocó.

La edad de jubilación es de renacimiento y no puede catalogarse como etapa terminal. La disponibilidad de tiempo se aprovecha consintiendo preciosos momentos en familia, complaciendo y satisfaciendo inquietudes literarias y artísticas, despertando habilidades que el afán rutinario había opacado, pero, sobre todo, manteniendo una aprovechable y beneficiosa agudeza mental.

La experiencia, aportes y sabiduría de los años son valiosos.  Los avances tecnológicos disponibles alejan tal exclusión. Se participa activamente y con mayor tranquilidad sin someterse a innecesarios desplazamientos, sin desperdiciar tiempo y con mayor comodidad que congregarse en molestos espacios.

Faltó creatividad en la normatividad aplicable. Desde un comienzo debió primar la salud mental promoviendo actividad física rutinaria, en espacios abiertos, siguiendo protocolos de bioseguridad. Obligar al encerramiento forzoso es un fastidioso hostigamiento conducente a estados depresivos, totalmente opuesto a bien intencionadas medidas protectoras.

No todos los mayores de edad son ancianos ni se encuentran en etapa de senectud. La mayoría sencillamente son mayores, gozando de plenas capacidades físicas y mentales aprovechables en la construcción de soluciones a la complejidad del problema que la humanidad afronta.  

Curiosamente la actitud discriminatoria del gobierno nacional a los mayores es contraria al respeto, admiración y observancia que se profesa hacia el “abuelo Trump” (1946), Sir Anthony Hopkins (1937), Sir Paul McCartney (1942) y Clint Eastwood (1930), quienes sí tuvieran que ser sometidos a la norma colombiana estarían encerrados, aislados y olvidados.

“Viejo, mi querido viejo, Yo soy tu sangre, mi viejo. Soy tu silencio y tu tiempo”

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