¿Rebeldía o Anarquía?

 

 

Colombia es un país descuadernado, dirigido por un rebelde, un opositor, pero incapaz de gobernar. Sus actitudes desafiantes hacia la institucionalidad, norma y ley son aberrantes. Sus desplantes de impuntualidad hacen carrera. Deja metidos a dignatarios extranjeros, no asiste a invitaciones gremiales, se burla de las fuerzas militares en sus desfiles y desaparece por días, sin justificación alguna. Le ha sido imposible conformar un gabinete de permanencia ante el reto de cada una de las carteras. Ante la imposibilidad del juicioso debate constitucional legislativo propone gobernar por decreto. Tiende cortinas de humo disfrazadas en marchas y protestas ante la incompetencia de su mandato.

 

Azuza un movimiento indigenista careciente de fundamento en peticiones. Incita a paros, bloqueos y mingas permanentes en las principales ciudades y vías del país, sin argumentos válidos. Los resguardos indígenas reciben cerca de $ 300 mil millones en subsidios para satisfacer, necesidades básicas, enaltecer su cultura, proveer educación, salud y vivienda. Son los verdaderos terratenientes del país, ocupando más de 35 millones de hectáreas adjudicadas, superando el 30 % del territorio nacional. No aportan al fisco nacional. Sus tierras no son gravadas con impuestos prediales. Tampoco están obligados a cotizar seguridad social para salud y pensión.

 

https://guillermoulloatenorio.blogspot.com/2017/02/los-verdaderos-terratenientes-de.html

 

Pese a los enormes beneficios, se dan el lujo de transportar decenas de miles de personas por todo el territorio nacional en protestas al desgobierno, carentes de lucidas pretensiones. Una afilada espada de Damocles. Tristemente y ante esta situación, los concesionarios viales del departamento del Cauca, optaron por la decisión de suspender la ejecución de las necesitada infraestructura vial. Los atemorizados propietarios de tierras, poco o nada invierten en producción agropecuaria debilitando la cadena alimentaria. Situación que eventualmente podrá repetirse en todo el territorio nacional, paralizando el desarrollo socio económico del país.

 

Hace pocos días en desafiante y vandálica actitud irrumpieron en la sede de la revista Semana en Bogotá, sin conocerse, con precisión, infundadas peticiones y propuestas. Sencillamente, guiados e incitados, por quien sabe quién, arengaron, vociferaron y a sabiendas de la debilidad de la fuerza pública abandonaron el lugar, cuando se les vino en gana hacerlo. En varias ocasiones han intentado hacer lo mismo en el Capitolio. 

 

El centro de Cali vivió un galimatías similar, a merced de otra minga, demandando vivienda ante una gobernación, que poco o nada, tiene que ver con la solución. 

 

Quizás todos estos movimientos, al mejor estilo de la “guerra de guerrillas”, pretenden ocultar la verdad de una campaña presidencial permeada por el ingreso de recursos de dudosa procedencia, excedidos en los topes permitidos de campaña. 

 

A diferencia del proceso 8000, el cual tuvo como foco de atención, el ingreso de recursos de los hermanos Rodríguez Orejuela a la campaña de Ernesto Samper, denunciados por Andrés Pastrana, en esta ocasión las denuncias vienen del hijo del presidente Petro. Una verdadera “implosión”. No corresponde a acusaciones de oposición, ni intereses ocultos. Los hechos son relatados por una persona de total credibilidad.

 

No se puede aseverar que el gobierno tiene sus días contados. El proceso 8000 no fue capaz de retirar al entonces presidente Samper y muy seguramente, en esta ocasión, los procesos irán más allá del periodo del mandato. 

 

Al cinismo del presidente se suma la rebeldía mostrada en todos los actos de su vida. Acudirá, como lo hizo ante su destitución en la alcaldía de Bogotá, a cortes internacionales, violando la autonomía constitucional que el estado de derecho nacional profesa. Mientras tanto continuará incitando a actos vandálicos, bajo el absurdo y equivocado pretexto, que la democracia se ejerce en las calles.

 

Afortunadamente, la institucionalidad de la Fiscalía, Corte Constitucional y Congreso, ha superado los primeros obstáculos de inestabilidad de un desafiante gobierno.

 

¿Rebeldía o Anarquía? es la pregunta nos hacemos los colombianos.

 

Foto cortesía Canal 1

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