Los verdaderos terratenientes de Colombia
En la discusión, talleres de trabajo y
conclusiones de las mesas de diálogo que fundamentaron los Acuerdos de Paz de
la Habana, se abrió un capitulo, dedicado única y exclusivamente al modelo
propuesto de tenencia y distribución de tierra, al cual se le dio el título de
Reforma Agraria Integral.
Al leer detenidamente el alcance de la
reforma propuesta, la duda generada es que no corresponde a una reforma con
fines de un desarrollo económico agropecuario sostenible.
Contrariamente, se fundamenta en la entrega
de territorio, a través de la figura de propiedades colectivas amparadas y
enmarcadas jurídicamente internacionalmente ligado al Convenio 169 de la OIT
(1989), que otorga derechos a territorios de los pueblos indígenas,
y nacionalmente a la Ley 21 de 1991 y posterior Ley 70 de 1993, esta ultima
reconociendo el derecho de titulación de tierras baldías de las cuencas de los
ríos del Pacifico, conocida como Ley de
Negritudes.
Sendos estudios de acreditadas instituciones académicas
nacionales e internacionales y organizaciones no gubernamentales han tratado de
asociar la tenencia de propiedad rural con fenómenos de desigualdad, violencia
y desarrollo económico sostenible. Sin embargo, los resultados confirman que la
tenencia y distribución no son fundamento de factores de pobreza ni desigualdad
que ameriten iniciativas de reforma agraria, como la propuesta en los Acuerdos
de Paz de la Habana.
Colombia, considerado país con vocación
agropecuaria está lejos de serlo. Se estima un potencial de 28 millones de
hectáreas cultivables, de las cuales hoy apenas existen entre 5 y 7 millones explotadas
técnicamente aportando al desarrollo
económico del país. Los altos costos de producción han desestimulado la siembra
de cereales, dando paso a importación masiva de sorgo, maíz, cebada y trigo.
Los incrementos en aéreas cultivadas se centran básicamente en palma africana,
caucho, reforestación comercial y huertas menores de 1 hectárea. Se ha subestimado
el potencial frutícola, gran generador de empleo, con variedades exóticas
tropicales y demanda exponencial mundial.
Una verdadera reforma agraria no puede
fundamentarse únicamente en la tenencia de la tierra, sino en su explotación
eficiente, competitiva, generadora de empleo y potencial exportable. Se
requiere, además de capacitación y fuentes de financiación, distritos de riego,
protección de humedales y cuencas hidrográficas, infraestructura vial secundaria
y terciaria, solida estructura corporativa y administrativa de entes de
regulación (corporaciones autónomas), fuentes de energía, mercadeo, protección
medioambiental, planificación y diversificación de cultivos.
Las comunidades indígenas son el 3,4% de la
población, sin embargo a los resguardos indígenas, se les ha entregado 34
millones de hectáreas, equivalente al 30% del territorio nacional. La población
afro colombiana es el 10,62%, estimándose el 30% residen en las cinco principales
ciudades. No obstante a las comunidades, especialmente del pacifico, se les han
asignado 4.7 millones de hectáreas. Las zonas de reserva campesina disfrutan de
2. 3 millones de hectáreas escrituradas.
Estos tres grupos de propiedades colectivas suman
41 millones de hectáreas, el 40% del territorio nacional, convirtiéndose en los
verdaderos terratenientes colombianos, sin la contribución a un modelo de
desarrollo económico sostenible.
La reforma agraria integral y asignación de
10 millones de nuevas hectáreas, contemplados en los Acuerdos de Paz, disfrazada
de desarrollo económico, es la entrega paulatina del territorio y soberanía
nacional.
Los resguardos indigenas principales son Amazonia con 25,6 millones de hectáreas, Vaupes con 4 millones y Putumayo con 6 millones: creo que el mundo agradecerá conservarlos con explotación artesanal. La poblacion afrocolombiana es el 29% y tienen asignadas el 5% del territorio. Decir que las etnias que sobreviven en Putumayo, Vaupes y Amazonas son terratenientes es desconocer el papel que juegan estas comunidades en el sostenimiento del medio ambiente. Acabamos con el Amazonas al mejor estilo Trump?
ResponderEliminarReinaldo,
ResponderEliminarExcelente comentario y aporte. La responsabilidad del estado es proveer estos territorios con infraestructura que permitan su sostenibilidad y desarrollo, mas aun, como lo expresas del profundo impacto positivo al medio ambiente y calentamiento global.
Gracias por comentar y su continua lectura de mis escritos.