La Vaca Antioqueña y nuestro Compromiso Valle
En 1967 Alberto Galindo Herrera, quien había sido director de la justas deportivas de los Juegos Atléticos Nacionales de 1954 había escrito, sigilosa y tímidamente, sendas solicitudes postulando la ciudad como sede del más importante evento continental. Cuando la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA) contestó afirmativamente la postulación, Galindo empezó a forjar su anhelado sueño en realidad.
Convenció a Nicolas Ramos Gómez, por esa época Presidente de la Unidad de Acción Vallecaucana, y el a su vez a su director ejecutivo Alfonso Bonilla Aragón, conformar el comité pro-sede en 1966. Unieron esfuerzos, la dirigencia cívica caleña, académica y el sector público en sustentar la postulación a mediados del año 1967 en Winnipeg, Canadá.
Siete meses antes de la presentación, y sin ver su sueño realizado, Galindo falleció. Había dejado la semilla de lo que partió la historia de la pequeña ciudad de 750 mil habitantes en referente global deportivo internacional. Bonilla Aragón en homenaje póstumo, mediante estrecha colaboración de Manuel y Adolfo Carvajal redactó, con María Teresa Holguín de Garces, los textos del libro Cali, Ciudad de América, obra que Carvajal S.A. diseño, graficó, ilustró e imprimió.
El 22 de Julio de 1967 fue confirmada la postulación de Cali como sede de los Juegos Panamericanos de 1971. Nunca antes, en sus 430 años de fundación, la ciudad había unido esfuerzos públicos, privados, académicos y gremiales en torno a semejante compromiso de unión panamericana.
En 1969 Ramos entregó la dirección a Jorge Herrera Barona. El 30 de julio de 1971, Herrera, conjuntamente con el presidente Misael Pastrana Borrero, gobernador Marino Rengifo Salcedo y alcalde Carlos Holguín Sardi, inauguraron los juegos con el acto simbólico de la llama olímpica. Le correspondió al atleta Jaime Aparicio, primer medallista de oro en los juegos panamericanos de Buenos Aires en 1951, subir las escalinatas del estadio Pascual Guerrero y encender la llama olímpica representando el fuego robado a los dioses griegos por Prometeo y entregado a la humanidad.
Cali, su envidiable liderazgo y una población comprometida y orgullosa, habían logrado partir la historia en dos; antes y después de los Juegos Panamericanos de 1971.
https://guillermoulloatenorio.blogspot.com/2023/03/remembranzas-de-cali-genesis-de-los.html
Con este ejemplo de dirigencia cívica, beneficios económicos y desarrollo de infraestructura urbana y deportiva que los juegos podrían aportar, la presidencia de Iván Duque y el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, lograron que la capital del Atlántico fuera seleccionada sede de los Juegos Panamericanos para el 2027. La ciudad y la nación se habían comprometido con la organización Panam Sports en realizar las inversiones y realizar los aportes correspondientes siguiendo estrictamente el protocolo contractual.
El municipio de Barranquilla, con expectativas de generar e irrigar ingresos cercanos al billón de dólares, había girado los recursos que le correspondían. La administración Duque, había dejado a la administración Petro, a través del ministerio del Deporte, las condiciones contractuales. La nación se obligaba en entregar en el 2023, el saldo de US $ 8 millones.
En varias comunicaciones fechadas entre Agosto y Noviembre de 2023, Panam Sports había manifestado su preocupación que las partidas no habían sido recibidas y dio como ultimátum fecha de pago para diciembre 2023. La desidia, desgreño y falta de voluntad política de la administración Petro y sus ministras del Deporte, no permitieron cumplir el compromiso. Ante el reiterado incumplimiento, Panam Sports, retiró la sede otorgada a Barranquilla.
Este episodio, al cual los entes de control, deberán investigar y sancionar a los responsables, coloca en entredicho futuras postulaciones del país para cualquier evento deportivo internacional.
Colombia y sus organizaciones deportivas pierden visibilidad y credibilidad. El sueño de Barranquilla, convertido en pesadilla, es otro capítulo de la interminable historia de la nefasta administración que padece la nación.
La gloria de los Juegos Panamericanos de Cali de 1971 contrasta con el infierno que padece Barranquilla.
Imagen cortesía de Caliescribe.com
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