Petro y su equivocada visión cósmica de Democracia
La semana que termina inició con la proposición de archivo, pronunciada por la Comisión 7ª del Senado, a la reforma laboral radicada por el poder ejecutivo. Petro, en su acostumbrado afán protagónico, acompañado de la bancada congresional del Pacto Histórico y algunos representantes de comunidades indígenas, contrariado por la decisión, como animal acorralado y típica beligerancia propuso convocar una consulta popular con el fin de que sus reformas, tanto laboral como de salud, sean avaladas a través de esa instancia de participación ciudadana constitucional.
Tal y como se ha acostumbrado al dirigirse a sus incautos seguidores culpando sus fracasos a anteriores administraciones o a la negativa congresional de cambios, convoca al “pueblo” a tomarse las calles para confirmar su equivocada visión cósmica de “democracia”.
La democracia colombiana, al igual que la norteamericana, es una de las más estables del continente. Los regímenes dictatoriales, en algunos casos militares, de países vecinos a lo largo del tiempo son ajenos a Colombia. El breve mandato de Rojas Pinilla entre 1953 y 1957 derrocando el gobierno de Laureano Gómez es la excepción.
Nuestra forma de gobierno se fundamenta en la participación del pueblo en la toma de decisiones, y en el respeto a los derechos y libertad ciudadana, traducida en el estado de derecho que ostentamos como nación. El Estado colombiano está estructurado en tres ramas o poderes independiente; rama ejecutiva, legislativa y judicial, los cuales se complementan fortaleciendo el sistema democrático colombiano.
Invocar a una consulta popular convocando a la movilización en las calles, que iniciará el 18 de marzo, es otra cortina de humo ante el desgobierno, fracaso e incumplimiento de promesas electorales y complejas reformas basadas ideológicamente, carentes de la realidad del país que se ha desarrollado armónicamente.
El mecanismo de consulta no es fácil. La última vez, convocada por Claudia López contra la corrupción, no alcanzo el umbral de 13 millones de votos, pero sirvió de trampolín hacia su aspiración como candidata a la alcaldía bogotana. Es el espejo de lo que pretende Petro. Ha demostrado ser un excelente ideólogo opositor, candidato, movilizador de masas, beligerante e incendiario. Con el permanente discurso de lucha social de clases, intenta ocultar su nefasta gestión, fracasada paz total y corrupción rampante en detrimento de un sostenible desarrollo social, económico y fiscal.
Petro se ha beneficiado del estamento democrático colombiano. Es adalid del mismo sistema democrático que ataca. Su vida pública lo ha llevado a ser representante a la Cámara en dos periodos; 1991-94 y 1998-2006. Elegido democráticamente alcalde de Bogotá en el periodo 2012-2016. Senador en dos ocasiones 2006-2010 y 2018-2022, Pero ahora considera la democracia colombiana es un fracaso y por ello es obligatorio emplear el mecanismo de la consulta popular para decidir sus fracasadas reformas.
También olvida que la representación del Congreso fue votada por 18,6 millones de colombianos con participación del 48% del censo electoral, superior en 7 millones de votos a su triunfo. Olvida también, que fue elegido con el 50, 4% de votos y no por abrumadora mayoría.
La convocatoria es un anticipo de elecciones presidenciales del 2026. Pretende mostrar fortaleza en momentos de altísima desaprobación ciudadana. Aprovechará el poder presidencial y consecuentemente el erario para la ejecución del proyecto de la consulta, estimado presupuestalmente en $ 500 mil millones, generando preferencias electorales como la muestra de declaratoria de “día cívico” para la primera movilización el próximo 18 de marzo. Ojalá, como ocurrió en el 2021, no utilicen a Cali y al Valle del Cauca como laboratorio experimental agredidas con actos vandálicos destructivos.
Es el comienzo de una candidatura presidencial que pretende extender su ideología hasta el 2030.
Foto Cortesía Caliescribe.com
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