Valle Salvaje

 


En esta ocasión no me referiré al diario vivir y acontecer de nuestro Valle del Cauca. Esta columna es un homenaje a la riqueza y exquisitez idiomática de nuestra lengua castellana. A quienes nos fascina acariciar el fascinante tesoro de palabras, sea para escribir o leer, dedico esta reflexión, la cual he adornado para solazar a mis lectores.

 

El año pasado la plataforma Netflix adquirió los derechos televisivos de la serie española Valle Salvaje, creada por Josep Cister Rubio y producida por Bambú Producciones, que nos transporta al año 1763, en épocas del rey Carlos III en España. No entraré a divulgar el argumento, pues sería “meter la humedad en la madriguera”. 

 

Trataré en este ensayo destacar la excelencia de la serie en varios aspectos, en especial expresiones que no hemos vuelto a emplear.

 

Es importante resaltar el vestuario de finos bordados de la época, a cargo de Carlos Calvo de Mora y Tania Álvarez. Igual el impecable maquillaje y arreglo del cabello de las protagonistas, a cargo de Paula Cruz y Natalia Sesé. Tanto las prendas masculinas como los encopetados vestidos de la época colmados de remilgos son de clásica belleza. 

 

La cortesía y manera educada de los protagonistas es rememorar algo que se ha perdido.  El saludo protocolario de reverencia e inclinación también es reconfortante revivir. Por ello encontramos a lo largo de la serie, que, si bien al principio nos causan estupor, personajes leguchinos o petrimetres nos ayudan a entender la época.

 

Con gran respeto nunca se refieren a los campesinos o jornaleros como menesterosos ni mentecatos. Contrariamente tampoco se escucha referirse a ellos de rapapolvo ni mucho menos, no obstante, su diferencia social, como tarambanas.

 

La trama, entre escenarios colmados de fullerías nos lleva, de alguna forma, a barruntar sobre los próximos episodios.

 

Con gran denuedo los heroicos paladines se apañan a las crápulas y pelandruscas que abundan a lo largo del guion.

 

No, no es un asunto baladí, ni he “perdido el oremus”. Seguiré disfrutando la joya de nuestro idioma.

 

Feliz Semana Santa.

 

Foto cortesía de Caliescribe.com


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