El impacto de la violencia y los desafíos actuales en Colombia
Un episodio trágico que revive el pasado
La ciudad de 400 mil habitantes se vio sacudida en plena madrugada, exactamente a la 1 de la mañana, por un estruendo que despertó a toda la población. La causa de este suceso fue el tránsito de varios camiones cargados con dinamita, que recorrían Cali en la ruta de Buenaventura hacia Cundinamarca y provocaron una explosión inusitada. Esta tragedia trajo a la memoria el fatídico 7 de agosto de 1956, una fecha que marcó profundamente a la ciudad al dejar un saldo de 4 mil personas fallecidas y 12 mil heridas. Ahora, sesenta y nueve años después, la sombra de aquel desastre vuelve a posarse sobre la ciudad, recordando la fragilidad de la paz y la persistencia de la violencia.
En cercanías de la Escuela de aviación Marco Fidel Suárez, dos camiones cargados de explosivos fueron detonados el jueves 21 de agosto por integrantes de la columna Jaime Martínez de las disidencias de las FARC, al mando de Néstor Gregorio Vera Fernández, alias Iván Mordisco, narcotraficante disfrazado de revolucionario.
El ataque demencial perpetrado en el barrio La Base tuvo como víctimas principales a personas inocentes y pacíficas, habitantes de la comuna 8, una zona poblada por ciudadanas y ciudadanos dedicados a sus labores cotidianas y provenientes de los estratos socioeconómicos 3 y 4. Este acto violento interrumpió abruptamente la vida diaria de quienes residen en lo que alguna vez fue la hacienda El Guabito, dejando una profunda herida en el tejido social de la comunidad.
El cinismo de los actores materiales es superado por la misiva de Vera Fernández dirigida al presidente Petro, en la cual advierte al presidente: “Su despotismo y arrogancia llevarán a Colombia a otras décadas de lucha armada por la paz con justicia social.”
Lo acontecido esta semana confirma el fracaso de la “paz total” impulsada por el presidente. La época de la década de los años noventa de la guerra del cartel de Pablo Escobar contra el país se revive.
El magnicidio de Miguel Uribe Turbay, la muerte de los trece militares derribados en el helicóptero que los transportaba en Amalfi, Antioquia, con la voz del individuo del frente 36 del EMC, vociferando “coronamos”, son gritos de guerra declarada contra las fuerzas militares y la indefensa población civil.
Difícil año que le queda al presidente Petro en combatir las organizaciones que él mismo ha fortalecido. Voces de alarma de algunos pensadores se alzan en vislumbrar si se trata de una estrategia de permanencia en el poder decretando conmoción interior que le permite constitucionalmente aplazar elecciones.
Levantemos el poder democrático ciudadano fortaleciendo y respetando el estado de derecho que nos ha permitido pesos y contrapesos bajo la independencia de las tres ramas del poder público, en sus actuaciones buscando justicia, libertad y enjuiciando a quienes han aprovechado para su interés particular el mandato que el pueblo les ha confiado.
No permitamos que el narcotráfico convierta al bello país en narcoestado defendido por el brazo armado camuflado de movimiento revolucionario.
En un reciente encuentro con la Senadora Paloma Valencia, hizo la siguiente reflexión: “Si no ganamos las elecciones de 2026, perderemos el país”.
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