Fundación Valle del Lili; orgullo vallecaucano

 


Un joven médico caleño, egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad del Valle y con estudios de postgrado en cardiología en la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans, soñó, al regresar a casa a mediados de la década de los setenta, con crear una nueva alternativa que complementara la deficiencia de la ciudad en servicios médicos hospitalarios. Su vocación de servicio, la inteligencia propia de la profesión y una cálida personalidad consolidaron la realidad de aquella lejana visión.

 

Martín Wartenberg Villegas emprendió la tarea. Encontró eco en Emma Giraldo de Garcés, quien, a su vez, impulsó a sus hijos, Álvaro, su esposa, Alice Echavarría, y su otro hijo, Armando y su esposa Mary Eder, a apoyar la iniciativa. Reunieron a un grupo de empresarios, liderado por el filántropo Antonio Obeso de Mendiola, y se inició el proyecto. En la que fuera la casa residencial de Álvaro y Alice, en el barrio Centenario, iniciaron las actividades. Asesorados por Alfonso Esguerra, director ejecutivo de la Fundación Santa Fe de Bogotá, consideraron replicar el modelo bogotano. El embrión se fue transformando en un proyecto de ciudad. El empresariado vallecaucano unió esfuerzos técnicos, financieros y administrativos. De aquel idilio, en 1982 se creó la institución.

 

La visión vallecaucana unió esfuerzos y se idealizó la creación de un centro de salud y de investigación de importancia regional, nacional y de referencia a nivel global. La familia Garcés Giraldo donó un lote de 60.000 metros en terrenos que una vez fueron cañaduzales y pertenecieron al Ingenio Meléndez, en el sur de la ciudad. Se encargó el diseño a los arquitectos Raúl H. Ortiz y Sara María Giraldo, asesorados por el arquitecto estadounidense Zeno Yeates.

 

Hoy, 43 años después de la iniciativa, nos encontramos con un complejo arquitectónico de siete torres, enmarcado en un entorno de belleza natural, con frondosos jardines, cómodos parqueaderos, iluminación natural y amplios corredores, por los cuales desfilan el personal médico de batas blancas, los uniformados de color verde de colaboradores, los estudiantes con distintivos vino tinto y azules, mezclándose con visitantes y pacientes, a semejanza de grandes centrales de pasajeros, todos afanosamente buscando su destino.

 

A la visión inicial se sumó el médico Vicente Borrero Restrepo, quien en cuatro décadas de dirección logró articular la excelencia de alta complejidad médica, los retos del diverso grupo profesional de los más altos estándares internacionales, apoyado por sofisticados equipos tecnológicos de punta y generación de resultados conducentes al fortalecimiento de la contribución permanente de donantes.

 

Hoy, la Fundación Valle del Lili es reconocida como el cuarto mejor hospital de Latinoamérica y el primero de Colombia. Es un trabajo en equipo de 8.200 colaboradores que se destacan por su atención esmerada. Las plataformas tecnológicas unificadas y el sistema de información permiten visualizar en tiempo real el estado del paciente, las citas, los controles, los resultados de laboratorio, las imágenes y las historias médicas. 

 

Pese a la adversidad del sector de la salud en los últimos años, la Fundación no detiene su desarrollo. Se encuentra en construcción la octava torre; se continúa la dotación de nuevos y sofisticados equipos, de impecables salas de cirugía y la consolidación del hospital universitario, en alianza principal con la Universidad ICESI, que, a su vez, ostenta un programa de becas que beneficia a estudiantes de todos los estratos.

 

La unión vallecaucana ha hecho posible esta realidad. El egoísmo y el “calibalismo” no tuvieron lugar en el sueño de Martín, Emma, Álvaro, Armando, Vicente, Raúl H., Antonio y los empresarios de los sectores académicos, agroindustriales, alimentos y bebidas, cartoneros, comercio, confecciones, constructores, farmacéuticos, financieros, papeleros, entre otros, que forjaron el proyecto. 

 

Cuando hay voluntad, compromiso, tenacidad y decisión, todo se logra. Es ejemplo y orgullo vallecaucano. 


Comentarios

  1. Maravilló ejemplo de generosidad y compromiso de grandes visionarios del Valle del Cauca. Gratitud y orgullo. Felicitaciones!

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