Oportunismo político y electoral
El fallo absolutorio en segunda instancia de la Sala Penal del Tribunal de Bogotá en el caso de Álvaro Uribe Vélez constituye un hito judicial. Con esta decisión concluye un proceso de más de ocho años, en el que al expresidente se le imputaron cargos de soborno y fraude procesal que finalmente fueron desestimados. La ponencia del magistrado Manuel Antonio Merchán Gutiérrez se centró estrictamente en el análisis jurídico, cuestionando el enfoque de la jueza Sandra Liliana Heredia, señalada por adoptar una postura ideológica y mostrar indicios de persecución política.
Indudablemente, la persecución y el acoso sistemático contra Uribe fortalecieron a la izquierda en la contienda presidencial de hace cuatro años. Los movimientos que respaldaron la candidatura de Petro aprovecharon, con oportunismo electoral, la debilidad de Uribe.
Basta recordar las arengas de agitados universitarios y los alaridos de las primeras líneas del estallido social, coreando “Uribe Paraco”, entre otras sandeces, para desestabilizar el proceso democrático.
Sin embargo, hoy, los resultados de las elecciones para los concejos de juventud de octubre de este año, previos a conocerse el fallo absolutorio, registraron un cambio significativo en la tendencia ideológica de hace cuatro años. Nuevamente los partidos tradicionales salieron fortalecidos. El Partido Liberal, en primer lugar, seguido del Partido Conservador y, en tercer lugar, el Centro Democrático, contrastó con la derrota y el desgaste del partido de Petro, que terminó en último lugar.
Lo anterior, sumado al reconocimiento de la serenidad, la humildad y las palabras de agradecimiento mostradas por Uribe durante los años de ignominia, ha despertado un fervor patriótico encaminado a enderezar el rumbo equivocado del país, de una fracasada ideología, carente de ejecutorias ejecutivas.
Los detractores de Uribe fueron los primeros en aprovechar el oportunismo político, declarándose víctimas de la supuesta injusticia. Cepeda anunció llevar el tema fuera del fuero constitucional nacional ante los tribunales internacionales, lo cual contraviene la soberanía del Estado de Derecho. Petro, otra vez, en esta ocasión a través del cuestionado, hoy renunciado ministro de Justicia y enemigo acérrimo de Uribe, Eduardo Montealegre, vociferó sobre la necesidad de una Asamblea Nacional Constituyente.
Curiosamente, cuando el fallo fue condenatorio en primera instancia, estos mismos personajes exaltaron el poder independiente de la justicia y ahora lo consideran injusticia. ¿Por qué no quitar el “in”, y así siempre será justicia?
Por otro lado, algunos aspirantes en busca de la anuencia de Uribe para su respaldo han elaborado piezas promocionales y vallas publicitarias para acercarse al expresidente, aprovechándose del fenómeno de oportunismo electoral.
Pero Uribe, ante todo, dará continuidad al proceso de consulta interna de escogencia de candidato a la presidencia de su partido y, en segundo lugar, fortalecerá su aspiración a formar parte de la lista cerrada para el Senado, en el puesto 25, con lo cual, hoy más que nunca, es alcanzable. Lo anterior significará para el candidato presidencial ungido después de las consultas interpartidistas de marzo de 2026, respaldo electoral y, posteriormente, fortaleza congresional.
La sapiencia, sumada al olfato político de Uribe, indudable y nuevamente, será fundamental en la escogencia de candidato y eventual presidente para el próximo cuatrienio.
El señalamiento del presidente norteamericano Trump contra Petro, su familia, sus colaboradores y seguidores, hoy sancionados e incluidos en la lista OFAC, pone en entredicho su legitimidad presidencial, constituyéndose en un pésimo presagio electoral, no solo para la aspiración presidencial del senador Iván Cepeda, autor intelectual y principal contradictor político de las acusaciones, sino también para quienes consideraban ser sucesores del menoscabado petrismo.

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