El aislamiento internacional de Petro

 


Lamentablemente, para Colombia, el presidente Petro se ha convertido en una figura polémica internacional. Su reputación lo ha llevado a ocupar el lugar de un auténtico paria, marginado en los círculos políticos y diplomáticos globales, lo que ha afectado las relaciones exteriores del país y generado el desprestigio de su gobierno.

 

Inmerso en una confusión ideológica que ni él ha podido identificar, su vida ha trascendido y ha enfrentado todo lo establecido. Su paso por el Congreso y después por la Alcaldía de Bogotá fue una clara demostración de rebeldía y de no acatar la normatividad y las leyes que, como sociedad, nos permiten la convivencia pacífica.

 

En 2013, el entonces Procurador de la Nación, Alejandro Ordóñez, sancionó al alcalde Petro, destituyéndolo del cargo e inhabilitándolo para ejercer funciones públicas durante quince años. A Ordoñez tampoco le tembló la mano para destituir al alcalde capitalino Samuel Moreno, quien había ocupado el cargo antes que Petro. 

 

El país confundió la esencia de la función del ente fiscalizador y tanto la oposición al conservador Ordóñez como la prensa ideológicamente alineada con la izquierda colombiana consideraron que la sanción carecía de fundamento, pese al descalabro investigado y comprobado de devolver al Estado, en perjuicio de operadores privados, la responsabilidad de la recolección de basuras, causando un perjuicio y detrimento patrimonial multibillonario.

 

El presidente Juan Manuel Santos, en su afán de consolidar su reelección, levantó la sanción y restituyó a Petro en su cargo de alcalde. Petro y sus seguidores apoyaron el proceso reeleccionista y, desde el Congreso, articuló y apoyó el proceso de paz santista, que, una década después, se considera una iniciativa fallida.

 

Al igual que la fábula del escorpión que le pide a la rana que lo cargue para cruzar un río y la rana le pregunta: ¿Cómo sé que no me picarás? A lo cual el escorpión responde: “Porque eso nos ahogaría a ambos”. La inocente rana acepta y, a mitad del camino, el escorpión la pica. Cuando la rana le pregunta por qué lo hizo y le recuerda que los dos van a morir, el escorpión responde: “Es mi naturaleza”.

 

Petro nunca aprendió y su naturaleza lo llevó a enfrentarse al presidente Donald Trump en cuestiones de geopolítica lejana de Palestina y defender el régimen de Nicolás Maduro, considerado por Estados Unidos una narco dictadura.

 

Lo que rebozó la tasa fue contradecir a Trump, en su propia casa, con megáfono en mano, en las calles neoyorquinas, al dirigirse a los soldados norteamericanos para que lo desobedecieran. Desafiar a alguien más fuerte e influyente está llevando a Petro al desprestigio, al ostracismo y al destierro político.

 

Sin titubeos, las autoridades estadounidenses sancionaron a Petro, incluyéndolo en la lista de la OFAC, castigo que lo convirtió en marginado, excluido y rechazado a nivel global. A su vez, Trump lo calificó de “matón y mala persona”, lo que escaló el conflicto entre ambos mandatarios. 

 

La sanción no es al país, sino a la persona y a su familia. Con su actitud desafiante perdió libertad y dignidad. El último incidente durante el reciente viaje, al no permitir el abastecimiento de combustible al avión presidencial, es el más denigrante ocurrido. Situación que se multiplicará permanentemente.

 

Foto cortesía Caliescribe.com

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