"Tengo un sueño"
Las palabras
expresadas por el más joven Premio Nobel de Paz, son universales y vigentes.
Clamó por la equidad, la hermandad, la libertad y la justicia.
Un pueblo libre
ve protegidos y exaltados sus derechos. La libertad no es un saludo a la
bandera, nace de la necesidad de expresar nuestra opinión e inconformidad.
Nuestra lucha y conquista está enmarcada dentro del contexto de la no
violencia. Debemos conquistar, no a través de la violencia, ni la sublevación,
ni la intimidación sino a través de las urnas.
Tres grandes
libertadores y pensadores del siglo XX, Mahatma Ghandi, Nelson Mandela
(igualmente Nobel de Paz en 1993) y Martin Luther King, lucharon por la equidad
y en contra de las prácticas opresivas y subyugaciones, en sus respectivas
naciones. Los tres glorificaron la paz de sus conciudadanos, empleando para
ello la sensatez, el sentido común, y lo más importante, el deseo magnánimo de
sus pueblos. El común denominador de estos grandes hombres indudablemente fue
la lucha incansable en defensa de los principios filosóficos sobre la libertad,
la justicia y la dignidad humana sin acudir a la violencia.
Nuestra querida
y agobiada ciudad, en vísperas de un proceso electoral que puede contribuir a
mejorar las condiciones comunitarias, clama por derechos que brinden
oportunidad e igualdad.
Hago un llamado
a la sensatez del electorado en identificar falsos promeseros, con infundados y
precarios ofrecimientos electorales, acompañados de efímeras dadivas que
amarran y comprometen la conciencia y el voto. Nuestra comunidad está en su
derecho de aprovechar esta oportunidad democrática para seguir construyendo la
ciudad que anhelamos.
Es momento de
reflexionar y contribuir en la solución de la desigualdad. Las plataformas y
postulados programáticos de los candidatos, no deben ser oportunistas,
vociferando soluciones que no se podrán cumplir. La ciudad y región exigen
soluciones que concluyan en el bien estar de la población. Una ciudad segura,
educada y tolerante que permita convivir pacíficamente con profundo respeto a
la autoridad.
Se puede
construir democráticamente un proceso masivo, consciente y dinámico, capaz de
provocar una gran movilización de las gentes solidarias en la lucha contra la
injusticia y la inequidad. Este es el himno democrático que hemos forjado.
Por ello invoco
las últimas palabras de aquella histórica manifestación; “. . . aunque nos enfrentemos a las dificultades de hoy y mañana, yo
todavía abrigo un sueño. . . Sueño que un día. . . habrán de sentarse unidos en la mesa de la hermandad. . . habrá de convertirse en oasis de libertad y de justicia. . . y cantar los versos del viejo canto religioso ¡Libres al fin!
¡Libres al fin “
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