Persecución al Valle del Cauca
La Superintendencia de Industria y Comercio
(SIC) ha impuesto, en primera instancia, una sanción consistente en multa que
sobrepasa los $ 334 mil millones al sector agroindustrial del azúcar.
Sin
entrar a juzgar, calificar o conceptuar sobre la validez de la misma, para lo
cual el estado de derecho colombiano da la oportunidad jurídica de apelar la
decisión, la sensación percibida es de persecución política orquestada por el
estado central contra la esencia económica privada de la región.
Desde hace más de siglo y medio, la pujanza
del sector ha forjado la región vallecaucana. Hoy genera más de 200 mil empleos
directos, irriga la economía regional, impacta positivamente más de un millón
de hogares y cobija el 50% de las poblaciones pequeñas e intermedias que
conforman la red de ciudades de los departamentos productores.
Incongruente, por decir lo menos, es que la
política pública de desarrollo económico que busca fomentar la producción
nacional y generar empleo calificado se le castigue de esta manera. Aplicar la
exagerada cifra, que representa más de dos años de utilidades del sector,
sumadas a sanciones a personas naturales, algunas pensionadas, y un gremio que
subsiste de las cuotas de sus afiliados es totalmente absurdo.
Potenciales inversionistas, que analizan al
país, como posible sede de sus operaciones multinacionales, son ahuyentados por
falta de garantías en políticas económicas que garanticen permanencia. Las
empresas transnacionales que permanentemente evalúen sus plantas de producción
del mundo moderno globalizado ahora tienen otro elemento negativo que se suma a
las variantes de análisis sobre estabilidad, eficiencia y competitividad.
Pero no solamente se atenta contra el sector
agroindustrial del azúcar. También son investigados y sancionados el sector
farmacéutico y del papel. Son los tres sectores que enmarcan la economía
regional. No es casualidad que desde las altas esferas del poder capitalino se
atente sobre la estabilidad económica de una región.
Si el trasfondo es político, deja entrever el
gobierno central, que empleará sus organismos de control en forma caprichosa,
represiva, abusiva y autoritaria para debilitar el aparato productivo privado a
usanza de gobiernos opresores y dictatoriales.
La persecución al Valle del Cauca es signo inequívoco
que algo perverso está preparando un gobierno elegido democráticamente, hoy en
etapa preocupantemente peligrosa, delirante y transformada.
¿Será que el gobierno Santos, obnubilado y
enceguecido por el poder, quiere emular el ejemplo hitleriano o el estado
represivo soviético estalinista del siglo pasado? ¿O quizás quiere ser el
sucesor opresor del régimen cubano o venezolano en el ocaso de sus respectivos
espacios?
Complejo período se avecina en nuestra
reciente historia. Buscando soluciones podríamos encontrar etapas renovadoras e
innovadoras.
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