Equivocada solución vial interviniendo el Zanjón del Burro
El acelerado y desmesurado crecimiento del
parque automotor en Colombia con crecimiento superior al 200% en lo corrido del
siglo, pasando de 60 mil y superando las 300 mil unidades anuales, ha generado
un negativo impacto en la movilidad urbana. El ultimo diseño vial caleño data
de hace veinte años. El ritmo y ejecución de construcción de soluciones viales
discrepa de la demanda impuesta por el aumento vehicular y los nuevos
desarrollos expansivos urbanos.
Los trancones se han convertido en el galimatías
diario de la población.
La comuna 22, al sur de la ciudad, es la más
afectada. De ser una zona suburbana con densidad de una vivienda unifamiliar por
3 mil metros se eleva a 30 unidades residenciales en el mismo espacio. Al
agravante de soportar el mayor tráfico vehicular flotante generado por más de
cincuenta instituciones académicas, entre jardines infantiles y cinco grandes
universidades se moviliza por las mismas vías construidas hace más de veinte
años.
En el acelerado y desesperado afán de la
administración municipal en dar solución al caos se percibe improvisación y
falta de conocimiento de la zona.
La propuesta de intervenir el área forestal
protectora y humedal del Zanjón del Burro, santuario de flora y fauna, para dar
continuidad a la Calle 13, demarca la ingenuidad inexperta de la función
pública municipal. No son los noventa
metros de continuidad de la vía, sino las 33 hectáreas que conforman ese
importante corredor de sostenibilidad ambiental. Sería simplista recurrir a
instancias de la autoridad ambiental para el otorgamiento de la licencia de intervención.
La responsabilidad cultural municipal obliga
proteger y conservar sus recursos naturales.
La solución es mucho más compleja que
intervenir el Zanjón del Burro.
Debe buscar la administración acercamiento
con la comunidad. Debe conocer detalladamente las múltiples manifestaciones y
soluciones planteadas por sus residentes, la academia, su junta de acción
comunal, las administradoras locales y las corporaciones cívicas que
organizadamente se han preocupado por solucionar el diario vivir de la zona.
Los desentonantes cantos de sirena escuchados
en los últimos días deben ser superados por la actitud proactiva de
concertación concordante de la ciudadanía con la responsabilidad pública.
Las instituciones educativas dan muestra de
su cometido fundamentadas en su preocupación por la sostenibilidad y
convivencia comunitaria. Se introducen tarifas de parqueo. Se ejerce
restricción vehicular aplicando pico y placa. Otros establecimientos revisan
sus horarios de entrada y salida. METROCALI ha modificado sus rutas facilitando
la movilidad.
Estas acciones no son producto de la
improvisación, del acelere y el afán.
Sería inconcebible que el Alcalde Armitage no
escuchara, dando la espalda y desconociendo la comuna donde obtuvo una votación
mayoritaria del 85 % a su favor.
no hay peor ciego que el que no quiere ver.
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