Colombia sin ejército
El precursor ejército comunero, previo a la independencia del 20 de
julio de 1810, dio lugar a la creación de la actual estructura militar
Colombiana. Ha sido testigo excepcional y permanente de nuestra historia e
intachable compromiso con la institucionalidad democrática y constitucional
nacional.
Es la más grande en América Latina, compuesta por una de las más complejas y completas organizaciones del
mundo. Goza de un presupuesto equivalente a 5.5% del PIB, comparativamente superior
en un 50% al gasto de su contraparte estadounidense y tres veces mayor al de la
Comunidad Europea.
Sus ocho divisiones, sus unidades especiales (creadas para combatir el
terrorismo) y veintena de escuelas de formación y capacitación le dan
reconocimiento internacional como uno de los cuerpos militares más competentes,
competitivos y mejor entrenado.
No existiendo el conflicto armado de medio siglo de existencia, que
dio lugar a la actual estructura, y en desarrollo de la implementación de los
acuerdos de paz, implica, por lógica, redimensionar el tamaño y componentes de
las fuerzas armadas; ejército, fuerza aérea, armada y policía nacional.
El equipo militar aéreo y de infantería, deberá ser reemplazado, por
modernos sistemas de monitoreo y vigilancia, para uso primordial en las zonas
urbanas, fortaleciendo la labor de la Policía Nacional en combatir la
delincuencia común de bandas criminales. Los aviones y helicópteros serán
sustituidos por equipos no tripulados de observación, protección y apoyo en
defensa del medio ambiente. La labor de la Armada y Fuerza Aérea se concentrará
en combatir el transporte ilegal de narcóticos, el mayor flagelo delictivo
nacional.
Las instalaciones, la gran mayoría, ubicadas en sectores densamente
poblados de las principales ciudades, deben preservar su vocación de
protección, resguardo y albergue de sus extensas zonas verdes, hábitat para la
riqueza de biodiversidad de cada una de las regiones.
Lamentablemente, en la etapa de los acuerdos de paz, el interés
primordial, tanto de equipos negociadores, medios y clase política, se centró en
la reintegración de los seis mil guerrilleros e ideología de las FARC, dejando
a un lado la incorporación del medio millón de colombianos, que defendieron la
constitución y la patria, con honor y lealtad.
El retiro e incorporación del personal activo de las fuerzas armadas a
la sociedad civil es un complejo proceso de impacto personal, profesional y
familiar. Debe ser apoyado y fortalecido con capacitación sicológica familiar, programas
educacionales de formación en otros oficios, profesiones y emprendimiento, proyectos
de salud, deportivos y recreacionales, entre otros. La economía nacional será
la más beneficiada incorporando personas con excelente formación, valores,
integridad, principios, organización y disciplina.
Es momento de reconocer la tenacidad, compromiso y responsabilidad que
merecen el más alto elogio de sus compatriotas, en defensa de nuestra
seguridad, soberanía y deber preservando la institucionalidad y democracia
nacional de nuestra historia republicana.
Despedimos nuestras fuerzas armadas con el lema del Cuerpo de Marines
norteamericano, en eterno reconocimiento, “Semper Fi” (Siempre Fieles).
Gracias
Tambien se pueden "exportar" combatientes como ya se hizo a Yemen, Arabia Saudita, etc. Lo mismo aplica para los Farc y nos sale más barato. Lo que uno se preguntará siempre es como o por qué 600.000 militares no pudieron acabar con 7.000 guerrilleros.
ResponderEliminarBuen análisis y reflexion
EliminarNuestro ejercito no va a desaparecer, se va a transformar y fortalecer.
ResponderEliminarOjala. Seria inconcebible su desaparición
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