El milagro peruano
Un grupo de
profesionales, libre pensadores, vinculados a diferentes sectores de la
economía regional, conformaron hace dos años un centro de estudios,
independiente, apolítico y sin ánimo de lucro como respuesta a formular estudios
y análisis de un desarrollo económico sostenible basado en valores de la
economía de mercado, la libertad y la democracia de la región suroccidental de
Colombia.
A
diferencia de la división geo política de la Región Pacifica, la cual solo
tiene en cuenta los departamentos de Choco, Valle del Cauca, Cauca y Nariño, el
Centro de Estudios del Occidente Colombiano, CENOC amplía su horizonte a siete
departamentos de condiciones étnicas, topográficas, climáticas y riqueza
agropecuaria similar. Putumayo, Caquetá, Huila, Tolima, Caldas, Quindío y
Risaralda, sumados a los cuatro primeros, conectados a través de su litoral a
la cuenca del Pacifico, son fortaleza económica aportando 35 % del PIB nacional.
Son territorios
hermanados y similarmente afectados por el conflicto, cultivos ilícitos,
corredores delincuenciales y desgobierno. No obstante, podrían alcanzar
oportunidades inigualables cerrando brechas de pobreza, desigualdad y
subdesarrollo potencializándose a través de un desarrollo agroindustrial
moderno, técnico y eficiente convertido en la oportunidad más importante para
una nación obligada a la sustitución de cultivos ilícitos.
Estudios de
la FAO consideran que hacia el año 2050, la población mundial se acercará a 10
billones y la respuesta de alimentar esa población, mayoritariamente urbana,
recaerá en pocas regiones del mundo. Colombia, con excepcional riqueza hídrica,
variedad de pisos térmicos, clima, fertilidad de sus suelos, facilidad fluvial
y marítima tiene capacidad de convertirse en despensa de seguridad alimentaria
global.
CENOC,
realizó recientemente en Cali y Popayán, foros con nutrida asistencia, escuchando
al invitado especial, ex ministro de
agricultura y riego del Perú, Juan Manuel Benites Ramos.
Para
admiración e inquietud despabila de los asistentes disertó sobre el “milagro” peruano.
Después de
varias décadas de fallidas y fracasadas reformas agrarias introducidas por los presidentes
Belaunde Terry y Velasco Alvarado, Alberto Fujimori, evolucionó la agricultura
peruana. Devolvió el país hacia una vocación campesina, participativa,
eficiente y tecnificada. Ofreció seguridad jurídica, tributaria, innovadora reforma
laboral soportada en una política de estado desarrollista, con visión
planificada a largo plazo, fundamentada en la protección a la propiedad privada,
satisfaciendo insaciable demanda global de la fruticultura.
En
veinticinco años convirtieron desiertos en regiones agrícolas. Dotaron
envidiable infraestructura de riego, eficiencia tecnológica moderna, estándares
competitivos, modelo traducido en rendimientos en producción superando los más
altos indicadores mundiales.
De un nivel
de exportaciones de US$ 295 millones, en 1990, superaron US $ 5,790 millones,
en 2016, siendo el aporte agroindustrial el 60% de su valor. Se convirtió Perú,
en poco tiempo, uno de los primeros diez países en oferta de productos
frutícolas, hortalizas y café.
En los
últimos diez años duplicaron el volumen de su producción. El crecimiento agroindustrial
promedio es del 4,4% anual y las exportaciones crecen un 15% por año. Se disminuyó
la pobreza del campo un 31%, duplicando el empleo formal en el mismo periodo,
acompañado de un régimen laboral especial.
La
inversión pública se destinó en mayoritariamente a servicios en vez
de subsidios. La frontera agrícola, ampliada en 200 mil hectáreas, dotada de
infraestructura, es la prioridad. Se proyectan ingresos superiores a US $ 10 mil
millones en agro exportación al 2021.
Los once departamentos
analizados por CENOC, integrados por un programa de política de estado similar,
tendrían un potencial superior diez veces al “milagro peruano”.
Dejo a la imaginación la pregunta; ¿Qué será lo que nos hace falta?
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