PINSKY
Noche inolvidable para Cali cuando en 1967 se
otorgó la celebración de los VI Juegos Panamericanos de 1971.
La sociedad caleña recibió con regocijo el
acontecimiento. Un puñado de regentes cívicos, encabezados por Alberto Galindo
Herrera, Nicolás Ramos Gómez y Jorge Herrera Barona, secundados por la dirigencia
política de Marino Rengifo, Rodrigo Lloreda y Carlos Holguín Sardi, dignos
representantes del sistema partidario tradicional, acompañados de una sociedad
pujante, fueron responsables de la transformación con visión futurista gracias
a ser sede del evento deportivo.
La inminente responsabilidad que el
compromiso sobrellevaba, con un cronograma apretado de ejecución de obras, creó
una nueva generación de contratistas de la arquitectura e ingeniería local. Surgió
uno de los iconos de la transformación urbana de la ciudad.
Pinsky y Asociados, gerenciado por su
fundador israelí Ezequiel Pinsky, acompañado de su esposa Raquel Farberoff,
asumieron el reto de construir y desarrollar una veintena de obras de esa
transformación vial, aeroportuaria, villa olimpica y escenarios deportivos que
el compromiso exigía.
La principal recordación que nos dejó la
constructora fue la innovadora costumbre de anunciar en las vallas
promocionales el número de días que restaban para la culminación de la obra.
Con grata sorpresa recibíamos el anuncio que la obra se entregaría, dentro del
presupuesto acordado y, lo nunca antes contemplado, anticipándose y entregada
antes del plazo de ejecución contratado.
La ciudad cumplió cabalmente con el
compromiso y responsabilidad de ser sede del evento deportivo más importante
que Colombia había presenciado y que aún no se ha podido repetir, ni en Bogotá
ni en Medellín.
Con el pasar de los años el absoluto
cumplimiento en los tiempos de ejecución se volvió cosa del pasado. Por ello en
el anecdotario caleño se bautizo el puente elevado de la Simón Bolívar con
Calle 70, el de los “mil días”, tiempo que se demoró el contratista en ejecutar
sencilla obra.
En los años siguientes la situación empeoró. Obras
planificadas y pagadas aún no han sido contratadas y lo peor, adjudicadas hace
siete años en la administración Ospina, aún sin concluir. Frentes, tan
sencillos como ampliación de calzadas y andenes, en el “corredor verde”, hoy
conocido como corredor viche, cumplen tres años de inconclusión. El
parque lineal del Rio Cali, un jardín atravesado por un sendero peatonal, lleva
dos años de atraso. Tres kilómetros de ampliación de la vía a Pance, cumpliendo
dos años sin terminar. Así sucesivamente podríamos llenar la columna de obras
inconclusas.
La administración Armitage anuncia, en video
promocional, de excelente producción, algunas obras de transformación y
descongestión vehicular del sur de la ciudad.
En esta ocasión la comunidad debe acudir con
sensatez exigiendo a la entidad contratante una adjudicación transparente,
equilibrada, responsable, con diseños definitivos y ajustados para la ejecución
cristalina de obras en tiempos y presupuestos definidos.
Mal quedaría la administración en adjudicar
improvisadamente a contratistas e interventores que no garanticen cumplimiento
con sus compromisos contractuales. Peor aún, las obras del sur, no tienen
diseños definitivos. Así lo aprobó el Concejo y así quiere adjudicar el
secretario de Infraestructura y Valorización, sin diseños definitivos, es
decir, con estudios previos, que aunque lo permite la ley, imposibilita
presupuestos ajustados. Este ha sido el permanente fracaso. Por eso es Cali,
líder en obras inconclusas.
¡¡¡Pinsky!!!, cuanto te añoramos.
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