Patio Taller del Sur, esencia de un desarrollo desordenado
El proyecto original del Sistema de
Transporte Masivo contempló concesiones de operación adjudicando
porcentualmente su cubrimiento, equivalente a la oferta y capacidad del
licitante, estableciéndose originalmente cinco operadores. Además de ofrecer
las unidades rodantes, previamente homologadas por METROCALI, se les exigió construir
infraestructura de patios y talleres, eje fundamental para el adecuado y
preventivo mantenimiento del equipo.
El mayor operador del sistema tenía la
obligación de la construcción del patio taller del sur y bajo su
responsabilidad propuso la construcción de la respectiva infraestructura en un
lote contiguo al rio Lili, obteniendo de Planeación Municipal el respectivo uso
del suelo.
Con argumentos de desequilibrio tarifario,
los operadores lograron que la
responsabilidad de la infraestructura de patios y talleres pasara a ser
responsabilidad de METROCALI, eliminando su obligación contractual, contemplada
originalmente en la licitación, con el
consentimiento del Gobierno Nacional, Concejo Municipal y entes de control
fiscal, pese a que la inversión de la nación incluía toda la infraestructura.
El inmueble del patio taller del sur, además
de ser considerado parcialmente reserva forestal y humedal, tenía antecedentes
de tenencia del condenado narcotraficante centroamericano Juan Ramón Matta
Ballesteros, con procesos judiciales de extinción de dominio en curso, bajo la
tutela de la Dirección Nacional de Estupefacientes. Surtidas algunas etapas del
litigio, la propiedad fue rematada por un tercero, quien, a su vez, vendió en
tres veces el valor inicialmente adjudicado a METROCALI. No obstante haber
superado esta etapa previa judicial le apareció nuevo dueño ilegal a la
propiedad. El engorroso y demorado trámite para resolver este incidente impidió
avanzar el proyecto constructivo.
En el último año METROCALI finalmente licitó
la construcción de la infraestructura por valor de $ 60 mil millones. Pero al
no haber podido entregar el inmueble para iniciar la construcción, pese a tener
a su favor las respectivas sentencias judiciales, arriesga una demanda del
contratista adjudicado.
En los doce años transcurridos, el vecindario
del lote, a través de sendos planes parciales, se desarrolló urbanísticamente consolidándose
residencialmente. La Dirección de Planeación Municipal, en vez de revisar el
impacto que el patio taller podría tener al nuevo sector residencial, mantuvo
silencio cómplice y oídos sordos sin modificar el uso del suelo.
A esta maraña de dificultades se suma la
inconformidad y protesta de la comunidad, quienes con razón, consideran la obra
podría deteriorar su tranquilidad residencial, un colapso vial, impacto
ambiental y trancón monumental, como el entorno actual de la Terminal de
Pasajeros de la ciudad.
El vertiginoso crecimiento del sur de la
ciudad incorporando nuevas aéreas al perímetro urbano, liberación de alturas de
edificios, inadecuada infraestructura vial e inusitado crecimiento del parque
automotor, merece nuevo enfoque, atención, agilidad y viraje, con visión de
largo plazo de la Dirección de Planeación Municipal.
El caso del patio taller del sur es ejemplo
palpable del anquilosamiento de la que debería ser la más importante Secretaría
Municipal. Convendría integrar todas las oficinas de planeación de las
entidades municipales, institutos descentralizados, coordinación con municipios
vecinos y Departamentos del Valle y Cauca convirtiéndose en única dirección de
planeación urbana.
El desarrollo desordenado es sinónimo de
improvisación, falta de autoridad y planificación urbana.
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