¿Es posible quebrar un monopolio estatal? Caso: Industria de Licores del Valle


Escribir sobre la situación actual de la ILV, produce profundo dolor y tristeza. Fui Gerente General de la empresa del 2001 al 2003. Había llegado a regir los destinos de la primera empresa del Departamento, aceptando el reto de dar continuidad a décadas de manejo empresarial transparente, competitivo y eficiente, producto de acertadas decisiones gerenciales de mis antecesores.
Acompañado de un equipo compacto y comprometido de empleados de la ILV, aportando invaluable experiencia de años en la empresa, con venturosa colaboración del sindicato, apoyados por la Junta Directiva y Gobernación, que confiaron en la administración, enfrentamos el reto de modernizar, trasladar e integrar las plantas de producción de destilación de alcohol y envase de licores.
Se consolidó el mercado regional vallecaucano, con participación de mercado de aguardientes del 97%. Abrimos y exploramos mercados nacionales, apoyados en una solida estructura comercial y financiera del distribuidor. Pese a dificultades conceptuales de mercadeo, directriz única y exclusiva de la ILV, se vendían, de contado, 15 millones de botellas anuales, generando utilidades y excedentes de caja y recursos financieros propios, que permitieron las inversiones de la más moderna infraestructura en Colombia.
Aprovechando el monopolio de alcohol potable para producción de licores y productos farmacéuticos, se producía al 80% de la capacidad de la destilería, transformando el subproducto de melaza generado por la industria azucarera regional en alcohol de 99% de pureza, pasando los estrictos controles de calidad, de clientes, licoreras estatales, con la FLA a la cabeza, multinacionales farmacéuticas y productores de aperitivos.
Equivocadas decisiones, posteriores al periodo relatado, dieron inicio al fiasco, ocaso y fracaso de la ILV que se conoce hoy.
El gobernador Angelino Garzón tomo la decisión de cerrar la destilería. De paso clausurando negocios complementarios, que empleaban el subproducto de vinaza, transformados en abonos orgánicos, gas carbónico y complemento de alimento animal en corrales de engorde de ganado. La importación de alcohol, con poco control aduanero, incentivó la fabricación de productos adulterados. También tomo la decisión de dar por terminado el contrato de distribución iniciando el camino al descalabro comercial de la ILV.
En la administración de Juan Carlos Abadía y gerencia de Doney Ospina, tomaron la decisión de entregar la distribución a un inexperto consorcio en venta de licores. Compensaron la inexperiencia y para motivar ventas entregaron “en degustación” CINCO MILLONES de botellas, detrimento superior a $ 100 mil millones, situación investigada por la Contraloría, Procuraduría y Fiscalía, con sanciones simbólicas para los ofensores.
Ante el fracaso comercial del distribuidor seleccionado, incumpliendo reiteradamente las metas de ventas, la gobernación de Ubeimar Delgado, hoy pre candidato a la Presidencia, pregonando transparencia en lo público, teniendo oportunidad de dar un giro a la comercialización, otorgó la distribución al Consorcio Suprema, comandado por los mismos socios del anterior fracasado distribuidor.
La valerosa y temeraria denuncia de la diputada por Centro Democrático, Juanita Cataño, ante el silencio sepulcral y cómplice de sus colegas en la Asamblea, entes de control fiscal y medios locales, le pone “cascabel al gato”,
No solamente denuncia el incumplimiento de Suprema vendiendo 4.5 millones de botellas en 2017, sino el crédito de $ 18 mil millones otorgado por INFIVALLE, instituto creado para financiar necesidades de municipios y empresas estatales, en vez de contratistas privados, premeditadamente cambiado el manual de crédito, para permitir este tipo de operación, favoreciendo un ente privado, que por alguna razón no acude al sector financiero convencional, de paso abriendo el boquete a todos los contratistas y proveedores contractuales del Departamento del Valle quienes pueden acudir al instituto para financiar sus contratos.
La ILV se debate en cuidados intensivos. Sin mercadeo, ni comercialización, pérdidas estimadas en $ 15 mil millones el año pasado, a un nivel del 30% de sus ventas históricas, inventario de producto terminado de 3.5 millones de botellas, cierre inminente de la planta por meses, sin recursos financieros para cumplir sus obligaciones laborales, financieras, pensionales y proveedores, su futuro es incierto.
Las equivocadas decisiones y salvaje corrupción que acompañó la Industria de Licores del Valle se expresan en la siguiente frase; 

¡¡¡Si es posible quebrar un monopolio estatal!!!

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