¿Y de la bolsa que?


La Ley 1819 de 2016 y posterior decreto 2198 de 26 de diciembre de 2017 reglamentaron el cobro de un impuesto por utilización de bolsa plástica, aplicable en el sector de comercio formal. Desde su expedicion la norma ha desincentivado su uso, protegiendo el medio ambiente de uno de los elementos de mayor contaminación global. 

Colombia se une a la tendencia mundial de desestimulo de la bolsa plastica. Irlanda ha reducido su uso en un 90%, Inglaterra en un 85%, Italia y el estado de California prohibieron totalmente su uso y algunos paises esta en proceso de reglamentar el uso de botellas de plasticas.

Indudablemente el impuesto, el cual viene cobrándose desde Julio de 2017, con incremento anual de $ 10, elevándose el valor para este año 2019 a $ 40, o sea un 100% de incremento desde su implementación, registra cambios en la cultura, cambiando el uso por bolsas reutilizables, cestos artesanales, canastos y cajas de cartón.

No obstante, los cambios culturales y protección medio ambiental, al sector informal aun no le cobija la obligación del cobro y es ahí donde hay un campo grande de acción. 

El impuesto ha generado tributo aproximado a $ 50 mil millones 

Sin embargo, no debemos caer en el facilismo de pagar por contaminar. El mismo sector formal es llamado a buscar alternativas. Después de dos años de su implementación es inconcebible que, en el comercio diferente a los supermercados, no estén empleando bolsas de papel reforzado, como las utilizadas en el mundo entero. 

Para uso en supermercados, se debate que la bolsa de papel, en reemplazo de la bolsa plástica, tiene un mayor costo de producción, peso, se duplica el uso de energía en su producción y demanda mas espacio en los rellenos sanitarios. 

El silencio cómplice del Minambiente es abrumador. El contribuyente no siente ningún tipo de inversión en protección medio ambiental del valor recaudado. 

No existen programas nuevos de reforestación, recuperación de cuencas hídrograficas, fortalecimiento de equipos bomberiles para protección de incendios forestales, mayor presencia de guardabosques en los parques naturales, ni siquiera campañas audio visuales de concientizar aun mas el compromiso ciudadano con la protección del medio ambiente.

Tampoco existen proyectos y programas compartidos entre instituciones departamentales, municipales y corporaciones autónomas estructurados financieramente, en parte con el recaudo. 

El mar de plástico nos sigue invadiendo. 

En Cali, las manzanas del programa de renovación del centro, Ciudad Paraíso, convertidas en depositaria de basura plástica de la ciudad, sin intervención de autoridad alguna, son ejemplo palmario de lo lejos que aun estamos de nuestra responsabilidad con el medio ambiente.

Como los programas de recuperación de la isla de plástico en el Océano Pacifico, tan extensa como Colombia, es el Ministerio del Medio Ambiente, que tiene bases fiscales para generar incentivos, el llamado a concebir e impulsar en nuestra juventud programas que estimulen la creatividad amigable con el medio ambiente que el planeta requiere.

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