Reflexión histórica a los candidatos a la Alcaldía de Cali



Ubicada en las estribaciones del pie de monte cordillerano occidental fue fundada en 1536 convirtiéndola en una de las poblaciones mas antiguas del continente americano. Su fundador Sebastián Moyano y Cabrera, tal y como aconseja su icónica imagen, señaló su futuro hacia el océano Pacifico. 

Eran las poblaciones del otro bando del Rio Cauca, aquellas atravesadas por el Camino Real colonial del virreinato español, las importantes. Sus fértiles tierras, de extensas llanuras ganaderas y monumentales haciendas de nobles titulados, desde Cartago, pasando por Buga, Palmira, Corinto hasta llegar a Popayán, la capital del Cauca Grande, eran el sustento del incipiente desarrollo regional. LA privilegiada y excepcional condición climática de altas temperaturas en el día y bajas temperaturas en la madrugada permitían la transformación de azucares de la caña en excepcional guarapo de melaza produciendo panela, todo el año, en abundantes trapiches a lo largo del valle geográfico del rio Cauca.

En la segunda mitad del siglo diecinueve la visión del livonio James Martin Eder, quien adoptó el nombre castizo de Santiago, era transformar el viejo trapiche panelero de la legendaria hacienda de don Jorge Isaacs en producción de azúcar. El meollo de la transformación industrial radicaba en hacer llegar a Palmira los pesados e inmensos equipos. Batalló con los ciento cincuenta kilómetros de inhóspita selva y compleja topografía transportando, desde el puerto de Buenaventura, su sueño empresarial convertido en realidad. 

Esta quijotesca y ejemplarizante hazaña impulsó la finalización de la vía férrea del puerto marítimo comunicando el aislado, atrasado y estancado valle geográfico. La revolución industrial finalmente había llegado. Se fundaron una veintena de ingenios azucareros, generando empleo y bienestar social, proyectando la agroindustria mas importante del país.  El puerto y su conectividad facilitaba la importación y transporte de equipos industriales y materias primas para la producción y consumo de la creciente población nacional. Se aprovechaba la instalación portuaria para exportar productos agroindustriales del dinamico sector azucarero y nuestro insigne café suave. 

Cali, con población de 20,000 personas, era la capital del nuevo departamento. La primer mitad del siglo XX vio florecer el adormilado villorrio en potencia comercial, industrial, de servicios y academia. Su dirigencia constituida por idealistas lideres cívicos de aquel periodo evolutivo concibieron oportunidades. Fundaron la Universidad del Valle, cautivaron empresas multinacionales, farmacéuticas, papeleras y agroindustriales, forjando un civismo sin igual erigiendo coyunturas de riqueza incalculable.

En la década de los sesenta, el sueño del dirigente deportivo, Alberto Galindo Herrera, de ser sede de las Juegos Panamericanos en 1971 se hizo realidad. Ese liderazgo cívico unió nuevamente la dirigencia empresarial, gremial y política. Aunaron esfuerzos para la transformación de la ciudad.  Dirigentes jóvenes de la época dorada como Nicolás Ramos y Jorge Herrera Barona y los gobernantes Marino Rengifo Salcedo, Rodrigo Lloreda, Luis Emilio Sardi y Carlos Holguín, convirtieron el sueño en hito histórico que partió la historia reciente de la ciudad.

Paralelamente el sector publico ostentaba modelos ejemplarizantes de emprendimiento corporativo. La CVC impulsó grandes proyectos de regularización del rio Cauca, generación hidráulica y cobertura energética. EMCALI, comprometida con el crecimiento vertiginoso de la capital era plataforma de sostenibilidad, proyección y planeación. El sector salud y la educación a la vanguardia de cobertura y atención. El diseño de la red vial urbana, impulsada por los Juegos Panamericanos, conectaba los cuatro puntos cardinales y poblaciones vecinas. El civismo caleño y respeto a la autoridad era ejemplo de convivencia y cultura ciudadana. 

Es hora, y unidos por Cali, como lo hicieron nuestros antecesores, momento de liderar cambios estructurales. 

No podemos ser inferiores a nuestra historia. Cali necesita liderazgo joven, visionario, ejemplarizante, alejado de viejas costumbres politiqueras para retomar el rumbo pujante y dinámico forjado por tradición dando continuidad al legado ejemplar. 

Nuestros candidatos deben generar condiciones para creación de empleo bien remunerado y formal,  que permita irrigar recursos fiscales del erario con prístina conducta a todos los sectores poblacionales.

Parafraseando nuestro himno al Valle;

“Por la paz, por la fe y la virtud, firme paso al compás redoblante, adelante, feliz juventud”

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