Deplorable servicio del MIO


“La copa se rebosa” dice el refrán popular, para indicar cuando alguien que con mucha paciencia ha aguantado, pero al final no ha podido más y consecuentemente reacciona indignadamente ante la falta de atención a sus reclamos.

Los usuarios del MIO se han venido quejando permanentemente del mal servicio que el sistema presta. Recientemente en la terminal “Unidad Deportiva”, ubicada en la Calle 5ª, con Carrera 50, energúmenos pasajeros protestaron pacíficamente generando un bloqueo del sistema. Su motivación radica en las demoradas frecuencias, la falta de un flujo uniforme de alimentadores y el arcaico sistema de las cajas dispuestas para recargar y recibir el pago del pasaje.

Lo decepcionante del SITM y METROCALI, sus administraciones, juntas directivas, asesores externos, funcionarios del Ministerio de Transporte, concejales, clase política y dirigente de la ciudad, ha sido el equivocado concepto del sistema. Han priorizado y enfocado esfuerzo en defensa del patrimonio de los operadores privados, contratación de obras civiles, satisfacción de apetitos burocráticos, desgaste en litigios jurídicos, entre otros, olvidando, por completo, la esencia fundamental de cualquier ecuación; el usuario.

A la opinión publica, en complicidad con algunos medios de comunicaciones, quienes dejaron de tener objetividad en sus investigaciones periodísticas, se le oculta la falta del oportuno y buen servicio que el sistema debe prestar. 

Las estaciones del MIO, se encuentran con avanzados niveles de deterioro. Las puertas automáticas, diseñadas para climas mas benévolos que el calor caleño, totalmente inoperantes. Las pantallas de información, deterioradas, vandalizadas y sin uso. Y las que aun funcionan, desplegando datos desactualizados y equivocados. Algunos dispositivos automáticos de recarga, que podrían asistir las cajas de recaudo, inactivos. Los vigilantes privados, en vez de ser orientadores, inmóviles a las entradas de los tornos, como si la evasión del pasaje se causara en este sitio. Los jóvenes policías, en etapa de entrenamiento, entretenidos con sus celulares, olvidando su función de hacer ejercer respeto, autoridad y seguridad. Los buses y estaciones plagados de vendedores ambulantes, limosneros, mendicantes fingiendo calamidades domesticas y artistas callejeros incomodando al habitual pasajero. Y algunos equipos rodantes con signos degenerativos en sus sistemas de aire acondicionado, puertas y dispositivos de información, tanto internos como externos.

Ante la incomodidad y mal servicio, la respuesta del usuario ante la falta de atención, satisfacción, bienestar y tiempos de recorrido en su movilización ha sido sencilla.

Ha encontrado medios alternativos de transporte. Por ello ha surgido la proliferación de motocicletas y transporte informal. Estas circunstancias, de lógica reacción, son difícilmente reversibles para encauzar hacia la solución ideal urbana de movilidad de un robusto sistema de transporte masivo integral, eficiente y eficaz.

El MIO, cada día, moviliza menos pasajeros. Las estadísticas son contundentes. Es el resultante a una modalidad, que independientemente de los problemas estructurales en su concepción, descalabro financiero y la falta de continuidad en cerrar el circuito de cobertura con la construcción de la troncal de oriente, no satisface las necesidades de un usuario bien intencionado que paga anticipadamente por un servicio publico.

Triste y lamentable que los aspirantes a la alcaldía, buscando el ahogado rio arriba, no toquen el tema que impacta al usuario cotidiano del sistema. Antes que pensar en inversiones complementarias en infraestructura, integralidad con el transporte convencional y sueños ilusos de un metro para la ciudad la respuesta de la salvación del MIO debe priorizarse en rescatar la satisfacción del usuario actual.

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