“Fondo Solidario y de Oportunidades”; una equivocada estrategia de reactivación económica
Se ha comprobado hasta la saciedad que el Estado, tanto dentro del contexto global como local, es pésimo administrador de bienes y servicios. No existe modelo socio económico exitoso. Contrariamente, la historia contemporánea nos enseña que donde la propiedad de medios de producción es estatal el modelo socio económico ha fracasado. La administración colectiva de medios de producción y distribución de bienes, que en teoría pretende cerrar brechas de igualdad, equidad y pobreza, se convierten en laberintos de corrupción del proletariado político dirigente. Aferrados por decadas al poder, los diferentes regímenes, en vez de mejorar las condiciones generales empobrecen la población.
La anterior aseveración ha sido probada por la migración del régimen socialista predominante en la antigua Unión de Republicas Soviéticas, los países europeos que conformaron la cortina de hierro, el sudeste asiático, Alemania y China, entre otros, hacia modelos de libre empresa y emprendimiento individual.
En el contexto nacional abundan modelos de ineficiencia estatal, que llevaron las empresas a su cierre definitivo, pese a la necesidad de satisfacer incalculable demanda de servicios, muchos de ellos enmarcados jurídicamente como monopolios del estado. Ferrocarriles Nacionales, Telecom, el sector licorero, empresas de servicios públicos, generadoras de energía, son apenas algunos ejemplos destacables.
En el marco municipal caleño también pululan ejemplos. Metrocali, el componente de comunicaciones de Emcali, Bancali, Emsirva y Calisalud, entre otros forman la lista de fracasos. Todos los anteriores sucumbieron a presiones políticas, insaciables apetitos burocráticos, equivocados perfiles administrativos, acompañados de plataformas de favoritismos conducentes al fortalecimiento electoral del caudillo de turno, en vez del bien común, arrojando incalculables perdidas económicas del erario municipal.
Cubriéndose con el fantasma de la pandemia el municipio, a través de la Secretaría de Desarrollo Economico Distrital, presentó al Concejo Municipal la iniciativa de crear otro esperpento bautizado con el nombre “Fondo Solidario y de Oportunidades”.
Lógicamente, la sustentación del proyecto en el papel, parece inquebrantable, indestructible y a prueba de todo. Y fue así, bajo la hipnosis del Covid, que el concejo aprobó la iniciativa, posteriormente sancionada por el alcalde Ospina. El laudable programa “Va dirigido a los emprendedores, trabajadores informales y a todas las pequeñas, micro y medianas empresas que busquen desarrollar sus proyectos productivos; así como a las que quieran volver a abrir sus proyectos, sus negocios y que tengan en su consolidación reactivar la economía.” Tendrá tres bases fundamentales de inversión; capital semilla, capital de trabajo y microcréditos.
Si bien es cierto, la pandemia arrasó con miles de pequeños emprendimientos, y posteriormente las nefastas consecuencias de los paros y actos vandálicos sepultaron esperanzas de reactivación, no es función del estado ser el directo generador de empleo, mucho menos su financiador.
El gobierno municipal debe ser articulador en la creación y generación de condiciones que permitan que el sector productivo privado, la creatividad individual y el emprendimiento tengan garantías de iniciar actividades sin la tramitología, ni el factor impositivo contributivo que aleja su formalización.
El sector formal financiero ostenta un probado sector de entidades dedicadas a las microfinanzas y a través de este regulado sistema, vigilado por la Superfinanciera, el año pasado atendió 2.6 millones de microempresarios, en cuantía cercana a $ 5 billones, del cual el 52% de beneficiarios fueron mujeres.
La expresión “reinventar la rueda” cae como anillo al dedo. La solución al problema de empleo microempresarial, como ha sido formulado por la Secretaria impulsora del proyecto, es innecesaria cuando su funcionalidad ha sido probada exitosamente por múltiples entidades dedicadas al microcrédito y formación de emprendimientos, sin arriesgar el aporte financiero del erario.
El municipio, como ente rector gubernamental, debe fomentar alianzas entre las instituciones, que por años vienen estructurando la generación de empleo formal. La Cámara de Comercio de Cali identificó hace unos años siete clusters de emprendimiento; Belleza, Salud, Macrosnacks, Proteína Blanca, Bioenergía, Confecciones y Habitat Urbano. Las universidades han generado iniciativas de emprendimiento. La Universidad Javeriana ha creado el centro de emprendimiento Campus NOVA como modelo de creación de empresas e innovación empresarial. Universidad ICESI, también ha desarrollado un modelo similar, Centro de Desarrollo Espíritu Empresarial CDEE. Universidad San Buenaventura, Católica y Autónoma, también apoyan su estudiantado en procesos de formación de emprendimientos.
El sector fundacional ha sido un elemento importante en capacitación de emprendedores, destacándose Fundaciones Carvajal, Propal, Bolívar-Davivienda, Bancolombia, MAC, Smurfit-Carton Colombia, Coomeva, Corona, Epsa, Caicedo González, Santo Domingo, entre otras que de igual manera han empeñado esfuerzos por décadas en formalización de empleo, capacitación y formación.
Entidades financieras dedicadas a microcréditos como Banco Mundo Mejor, Banco W, Banca Mia, Actuar, entre otras, acompañan el emprendimiento fundamentadas con sus propias fundaciones o en alianza, en formación de empresarios con estrictos controles, vigilancia y cumplimiento de obligaciones.
Es plausible la iniciativa, pero totalmente equivocada la estrategia. Se debe construir sobre cimientos ciertos, uniendo esfuerzos, sin engrosar la lista de fracasos por equivocados conceptos ideológicos y burocráticos estatales.
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