Apretarnos el cinturón

 


Como pocas veces lo habíamos vivido, los precios de los alimentos, bienes y servicios siguen subiendo incontroladamente. El gobierno nacional, principalmente las autoridades monetarias y el mismo Ministerio de Hacienda ocupados en temas legislativos parece no preocuparles los fenómenos de inflación, recesión y devaluación del peso colombiano. 

 

La reforma tributaria, la cual espera incrementar el recaudo en $ 20 billones, supuestamente para programas de inversión social, fue de miopía macroeconómica. La deuda externa, ante la devaluación superior al 30% en los últimos tres meses, sofocó el esfuerzo pretendido. La deuda externa total a junio era de US $ 175 mil millones, de los cuales US $ 100 mil millones son públicos. Con cambio a $ 4200 pesos por dólar el valor total era de Col $735 billones. Al cierre de la semana, con cambio a $ 5061 se aproxima a $ 885 billones, o sea un incremento superior a Col $ 150 billones, 7,5 veces el valor estimado de la reforma aprobada.

 

Sin entrar en profundo análisis de otros factores macroeconómicos, que impactaran el comportamiento de precios, como el aumento de la gasolina, el mayor valor de las importaciones, concentrados para granjas avícolas, entables porcícolas, hatos lecheros, derivados y ganaderos, los precios al detal están registrando incrementos, algunos superiores al 50%, comparativamente al año pasado.

 

Resumiendo, sencillamente los ingresos no alcanzaran para mantener los gastos.

 

Las tasas de interés de tarjetas y créditos financieros se han incrementado dos veces desde el año pasado. Servicios públicos, en especial energía, registraron súbitos aumentos, que no corresponden a la realidad, sino a amañadas fórmulas de fijación entre generadores, comercializadores y prestadores del servicio.

https://guillermoulloatenorio.blogspot.com/2022/09/energia-crisis-o-abuso.html

 

Así las cosas, cambiaremos nuestros hábitos de consumo abruptamente. De las primeras cosas que se cancelarán, serán viajes al exterior, consumo en restaurantes, en licores, en entretenimiento, compra de prendas de vestir, calzado y vehículos, eliminación de gastos superfluos e innecesarios, finalmente procedimientos médicos, odontológicos y uso de vitamínicos y medicamentos.

 

El resultado de la contracción en los hábitos de consumo posiblemente resultará en mayor desempleo, desocupación de locales comerciales, cierre de pequeños y medianos comercios, suspensión de proyectos de inversión, recesión inmobiliaria, fuga de capitales, demanda por dólares y éxodo masivo buscando mejores oportunidades en el exterior.

 

Pareciera que los académicos economistas que hoy regentan los destinos de la economía nacional están ausentes, proponiendo y legislando desde sus cómodos escritorios capitalinos, alejados de la realidad que padece la población colombiana.

 

No nos queda alternativa diferente a un fuerte apretón de gastos y dieta obligada.

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