El inicio del fin de Emcali Telecomunicaciones
Carlos Slim Helù, el segundo hombre más rico
del mundo, forjó su fortuna con audaces adquisiciones de empresas estatales,
que en su natal México, fueron puestas en venta con el fin de afrontar la
crisis de los ochenta. Con el mismo estilo inversionista norteamericano de
Warren Buffet, adquirió empresas con excelentes flujos de efectivo, empleando
su liquidez para una agresiva estrategia de compras de empresas privadas y
públicas.
En 1990 aprovechó la coyuntura de
privatizaciones de empresas de telecomunicaciones, bajo el condicionamiento que
solo calificarían compradores nacionales mexicanos, adquiriendo TELMEX, la
mayor operadora de telecomunicaciones de ese país.
El ejemplo mexicano de privatizaciones fue
seguido por otros países latinoamericanos. En 1994, incursiona en el mercado
colombiano con la empresa de telefonía celular COMCEL, fusionándose después con
TELMEX Colombia, hoy operando bajo el nombre comercial CLARO.
El sector dinámico de las telecomunicaciones
y su reglamentación permite a los operadores ofrecer infinidad de alternativas
como telefonía fija, móvil, internet y televisión.
CLARO tiene una
participación del 60% del mercado colombiano.
El Grupo Carso, cuyo socio mayoritario es
Carlos Slim y sus hijos, es propietario, no solamente de CLARO, sino de la
empresa CICSA Colombia S.A., con quien EMCALI pretende firmar un contrato de
tercerización de operadores que instalen y activen todos los servicios del
portafolio de Telecomunicaciones, para clientes residenciales, institucionales
y corporativos.
El proceso de contratación No.
400-GT-CEP-0093-2015, como bien ha informado y rechazado SINTRAEMCALI, es
contrario al interés general y la protección de lo público como sagrado.
Permitir que se acceda a la
información de usuarios e infraestructura de EMCALI EICE ESP, es abrir una
ventana inapropiada que con el tiempo debilita el componente estratégico de
telecomunicaciones permitiendo la entrada, por la puerta de atrás, a la empresa
latinoamericana más importante del sector.
Disgregar paulatinamente la
empresa es llevarla rápidamente a su disolución en beneficio de intereses
particulares, tácticas probadas exitosamente por la organización Slim, distante
de su verdadero valor comercial, su preciada infraestructura, su personal
calificado, hechos que parecen desconocer las directivas que hoy administran EMCALI.
Si la pretensión de la actual
administración es vender el componente de Telecomunicaciones, debe acomodarse a
un proceso de valoración y mediante una convocatoria pública ofrecer al mejor
postor. No puede entregar a su competencia una actividad misional propia que le
permita asumir al contratista una posición privilegiada, abusiva y dominante.
Estamos presenciando el inicio
del fin de EMCALI Telecomunicaciones bajo una equivocada e interina
administración, que ni siquiera en momentos de la más profunda intervención de
la empresa hubiera realizado semejante despropósito. Alguien si la tiene claro.
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