Embellecer la ciudad

Hasta principios de la década de los años noventa el mantenimiento de las zonas verdes, separadores viales y parques estaban a cargo de la empresa municipal de servicios varios de la ciudad, EMSIRVA. El cambio en la norma obligó al municipio ajustar esa responsabilidad limitando a la empresa únicamente al barrido, recolección y disposición de basuras, permitiendo establecer concesiones con entes privados para prestar específicamente el servicio. Consecuentemente la ciudad se dividió en cuatro zonas, una de ellas atendida por EMSIRVA, en liquidación.
La miopía del legislador determino, en forma absurda que el entonces recién creado Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente, DAGMA, asumiera la función operativa del mantenimiento de zonas verdes, separadores viales y parques, adicionada a su objeto primordial como máxima autoridad ambiental municipal.
Después de dos décadas de experimentación, en el cual imperó la improvisación, incapacidad operativa del organismo técnico, tercerización del mantenimiento, dificultades, limitaciones e innumerable ajustes presupuestales se reconoció el fracaso del modelo.
La norma nacional se modificó permitiendo a los operadores privados del servicio de aseo realizar mantenimiento de zonas verdes, cobrando tarifa adicional en la factura al usuario final. La eficiencia ejemplar en el servicio de aseo permite visualizar un excelente futuro de transformación de las despobladas, mal tenidas y pobreza de los espacios verdes de la ciudad.
La armoniosa responsabilidad que el entorno nos concedió debe ser fundamental en la responsabilidad de los operadores complementando la poda y mantenimiento con el embellecimiento de la ciudad con planes y proyectos que conviertan la ciudad en un verdadero jardín urbano.
La necesidad de sembrar más de 700 mil árboles, revitalizar 170 mil existentes en precarias condiciones de vitalidad y un apropiado mantenimiento debe formar parte de la responsabilidad ideal del proyecto.
Las exitosas campañas de adopción de zonas verdes promovidas por el municipio, acompañadas y de buen recibo por el sector privado, podrían cambiarse hacia un derrotero de diseños liderados por paisajistas urbanos y la academia, en un plan maestro de siembra de árboles nativos y arbustos tropicales, como bifloras, buganvillas y veraneras, exaltando la belleza de nuestra flora.
Una ciudad verde, embellecida por frondosos jardines que emanan fragancias florales, fuentes de agua danzando al son de la brisa tropical y el bello sonido de la alegría infantil disfrutando los espacios recuperados es soñar con la Cali que queremos.
Aprovechemos la oportunidad de embellecer la ciudad y ser referentes de paisajismo urbano.



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