Partidor de la campaña presidencial


Con el sol a sus espaldas, menos de veinticuatro meses para elecciones e imagen de favorabilidad del Presidente Santos en su más baja medición, se abre el partidor de algunas campañas de quienes quieren asumir las riendas del poder. A diferencia del periodo de transición anterior, Santos entrega un país descuadernado.

Su principal apuesta, como avezado jugador de póker, de llegar a un acuerdo definitivo para poner fin al conflicto armado está en duda. La institucionalidad del poder judicial atraviesa profunda crisis de credibilidad, azuzado por la politización de un gobierno autoritario y la nefasta imagen del saliente fiscal Montealegre. La Policía Nacional desacreditada por actos de corrupción de algunas manzanas podridas que enlodan ese organismo y las Fuerzas Militares, ambas cómplices del silenciamiento de su deber constitucional de ejercer soberanía y autoridad en el territorio nacional, donde no pueden existir zonas vedadas, de protección a insurgentes y permisividad a las actividades ilegales. Una equivocada política exterior dedicada a congraciarse con los grandes poderes proyectando una imagen de conciliación interna, en vez de luchar incesantemente por la soberanía nacional, en un continente donde el péndulo del extremo castro chavismo se reorienta hacia gobiernos de centro.
El desaceleramiento de los índices de crecimiento económico sumados a los más altos de niveles de inflación del presente siglo, tasa de desempleo con tendencia al alza,  devaluación de la moneda sin el efecto productivo buscado, hidrocarburos registrando precios bajos, política agropecuaria incoherente y amenazas tributarias son algunos factores que alejan la inversión privada.
La inversión pública direccionada desde la Presidencia, no logró mejorar la competitividad y eficiencia del funcionamiento del estado. Su orientación, favoreciendo estructuras políticas congraciadas con el régimen, nutrió exponencialmente la corrupción estatal.
Ante este sombrío panorama de desaciertos no es de extrañarse el variado partidor de pre candidatos, originarios de diferentes regiones, estructuras políticas e ideologías diversas.
Encabeza el actual Vicepresidente Vargas, impulsador de proyectos de infraestructura y vivienda gratuita, obras que no alcanzará a concluir en el periodo que le queda y mentor del Superintendente de Industria y Comercio, verdugo de algunos sectores productivos.
Sergio Fajardo, carismático catedrático matemático, ex alcalde y ex gobernador paisa, repitente candidato presidencial, haciendo campaña en nombre del dividido Partido Verde.
Centro Democrático tiene en Oscar Ivan Zuluaga, fuerte contendor en las pasadas elecciones, una excelente carta de presentación en cuya fórmula vicepresidencial puede estar el éxito.
El Partido conservador repetiría con Martha Lucia Ramírez y ensayaría con Ubeimar Delgado.
La izquierda tiene dos nombres, el desacreditado ex alcalde bogotano Petro y el estudioso y estructurado parlamentario Jorge Robledo.
Humberto de la Calle, principal negociador en La Habana y Mauricio Cárdenas, se perfilan como candidatos del continuismo.
La aparición en el escenario nacional de la oportunista ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, es otro nombre que apostaría al voto de opinión de todas las tendencias.

Debemos  exigir transparencia, organización y soluciones estructurales a la problemática nacional y no planteamientos volátiles, inocuos y populistas.

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