¿Espacio Público?


Caminar por el centro de la ciudad es una hazaña. Como reiteradamente lo ha manifestado, Benjamin Barney Caldas, “no hay por dónde caminar cómodamente, con seguridad y placer”. Al pésimo estado y falta de continuidad de los andenes se suma la invasión del espacio público por ventas informales, que hoy superan quince mil metros cuadrados.
La apropiación indebida del espacio público en ciudades de países en desarrollo se convirtió en solución y oportunidad de un oficio digno, pero la problemática urbana de irrespetar espacios que pertenecen a la comunidad merece toda la atención de la respectiva autoridad.
El fenómeno de apropiación indebida y desordenada del “sector informal”, término acuñado por el antropólogo británico Keith Hart, se extiende a toda la ciudad en inmediaciones de centros comerciales, centros de salud, instituciones educativas, parques, bahías de taxis, estaciones y paraderos de buses.
Recientemente, en el Oeste se han presenciado proliferación de ventas ambulantes sobre la ribera del Rio Cali sin control alguno de la autoridad competente municipal, encargadas de salvaguardar el espacio público, que pertenece a toda la ciudadanía.

A esta situación se suma la incomodidad e invasión del espacio público en vías y semáforos, donde abundan, además de ventas informales los “limpia parabrisas” o “escuiyis”, fácilmente ocultando “campaneros” y atracadores callejeros de celulares, bolsos, joyas y relojes, operando esencialmente sobre indefensas victimas femeninas.
El Plan de Desarrollo, en discusión en el Concejo Municipal, tímidamente considera la recuperación del espacio público, como concepto espacial de calidad de vida pero no prevé acciones concretas de recuperación del mismo, ni alternativas de ordenación, para el “sector informal” que representa un porcentaje cercano al 60% de la actividad económica caleña.
Pareciera que los autores del Plan de Desarrollo Municipal vivieran totalmente ausentes de la realidad cotidiana de la ciudad. Sus desplazamientos en vehículos, con vidrios polarizados, les impiden ver la realidad de una ciudad donde el espacio público se ha privatizado a favor de un comercio que poco o nada aporta en seguridad social, usufructúa servicios públicos encubiertamente, aislado de tributación y sin generar recurso alguno a favor del municipio.
Pocas administraciones municipales, se han ocupado del tema del “espacio público” como política gubernamental, con acciones directas hacia la convivencia pacífica. En la alcaldía de Ricardo Cobo se recuperó para la ciudad espacios céntricos apropiados por décadas, que lamentablemente, por desidia de sus sucesores, volvieron a ser ocupados ilegalmente.
Preocupa que la promesa de campaña del actual mandatario de generar empleo e ingresos se lo apropie la “economía informal” como licencia y beneplácito para invadir el espacio público.

Ojala la administración Armitage sueñe y recupere el espacio público y no se le convierta en pesadilla.

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