Incendios forestales; arden los cerros caleños
Aunque presumimos la mayoría de incendios
forestales son accionados por la acción humana, el fenómeno también es
atribuible al cambio climático. Una escasa capa vegetal estimula el
crecimiento, en su etapa inicial, de plantas arbustivas con poca capacidad de
retención de humedad. Las altas temperaturas van secando el arbusto. Esta
deshidratación provoca la emisión de etileno de altísimo poder de
combustión. Tan solo se necesita una
chispa para que el etileno de la vasta zona arbustiva se encienda con
extraordinaria rapidez. Las corrientes de aire, que el calor produce, se
encargan de propagar en pocos segundos el área, sin direccionamiento alguno,
convirtiendo la tarea de extinguirlo incontrolable.
Los incendios forestales están devastando
aéreas de enorme riqueza en biodiversidad. Afectan claramente las cuencas
hidrográficas de los ríos, disminuyen sus caudales, reducen la capacidad de los
acueductos y atentan contra la población urbana.
En Estados Unidos, en el estado de
California, 250 mil hectáreas han sido devastadas por los incendios forestales.
En Europa donde los incendios son frecuentes en los meses de verano, este año
ha sido excepcionalmente catastrófico, en Portugal, España, Francia, Croacia,
Italia, Grecia y Montenegro.
Cali no es excepción a este fenómeno global,
independientemente su origen sea criminal o natural.
Los cerros caleños, que encajan la
descripción de cobertura vegetal arbustiva, son altamente vulnerables. En una reciente conflagración se perdió un
loable proceso de reforestación, con años de planeación y trabajo. El fuego,
acompañado de fuertes vientos, típicos de la época seca, consumió un área aun
no determinada superior a 50 hectáreas en pocas horas. Las barreras de
cortafuegos sembradas y aéreas de protección no fueron suficientes para
prevenir su rápida dispersión.
Desde hace veinte años, el DAGMA,
conjuntamente con la CVC y Parques Nacionales, viene formulando, la cartografía
de gestión de riesgo para prevenir
incendios forestales. Lamentablemente, convertir su formulación en verdadero
proyecto de prevención ha contado con insuperables barreras presupuestales. Los
esfuerzos de reforestación se han dejado a organizaciones y fundaciones,
quienes a su vez acuden al sector privado para financiar la labor.
Afortunada y orgullosamente para nuestra
ciudad contamos con los Bomberos Voluntarios de Cali, uno de los más avanzados
cuerpos bomberiles, técnica y tecnológicamente, en América Latina y una oficina
municipal de Gestión del Riesgo comprometida que realiza ingentes esfuerzos
ante el fenómeno destructivo.
El compromiso de una política de estado de
prevención que involucre nación, departamentos y municipios es inaplazable. Las
limitaciones presupuestales no son excusa para afrontar una consecuencia del
cambio climático global.
El municipio de Cali, a través del DAGMA, es
el llamado a liderar la convocatoria de un proyecto regional de las
características que las circunstancias demandan. Se requiere creatividad,
convirtiendo una amenaza en una envidiable oportunidad de liderazgo en búsqueda
de soluciones, a largo plazo, para la ciudad, comunidad y el medio ambiente. No
es suficiente la reforestación sì no es complementada con fuentes de agua para
riego y prevención.
La responsabilidad y compromiso regional
sería nuestro pequeño aporte ante las inevitables amenazas del cambio climático
global.
Comentarios
Publicar un comentario