Reflexiones del “Día sin Carro”

Impresionó el silencio ensordecedor de aquel día.
La ausencia de ruido vehicular nos permitió volver a escuchar el suave susurro de la brisa acompañado del hermoso cantar de nuestra riqueza aviar.  Disfrutamos del bello sol canicular irradiando el resplandeciente verdor tropical de la ciudad, sus parques, separadores viales, espacio público, respirando un aire limpio, que como un manto, descendía de la majestuosidad del parque de los Farallones.
No era sorpresa que las calles vacías, donde solamente circulaba el transporte público formal y algunos taxis, se aprovechara jovialmente para largas caminatas, recorridos en bicicleta y agradable compartir familiar, entre amigos y nuestros conciudadanos.
Fue volver, aunque por un solo día, a tranquilas épocas pasadas alejadas del desasosiego de afanes, tráfico, trancones y accidentes viales.
El ensayo deja a la administración una serie de retos, metas a cumplir e inquebrantables promesas de convivencia ciudadana.
Deberá comenzar por el diseño, adecuación, mantenimiento  y despeje del despeñadero en que se han convertido los andenes, su ausencia total en vastas zonas de la ciudad y homogeneidad en su ancho y superficie.
Inconclusos circuitos de ciclo rutas que permitan transitar libremente, sin tener que competir con el pesado y peligroso trafico de vehículos y motocicletas, asemejándose a carreras con obstáculos de justas atléticas, deben ser culminadas.
La autoridad ambiental y de transito son llamados a ejercer autoridad en control y aplicación de las medidas anticontaminantes de combustión de motores de vehículos y motocicletas, incluyendo el transporte formal de pasajeros, carga y pequeños vehículos de reparto.
La red de cámaras de vigilancia, públicas y privadas, y de foto detección deben integrarse a una red de semaforización inteligente, debidamente monitoreada desde una central dotada con benéficos avances tecnológicos, aliviando eternos trancones y el desperdicio de la ingrata labor de guardas de transito, soportando inclemencias climáticas y múltiples improperios de conductores irreverentes, atarbanes e intolerantes.
La proliferación e incremento del parque automotor y de motocicletas, generadores de recursos para su circulación y rodamiento, merecen se les retorne el tributo, dotando la ciudad de un verdadero plan de infraestructura vial, con alto sentido de conectividad a la red actual, sin demeritar el uso y practicidad del transporte individual.
Las troncales del Sistema de Transporte Masivo, ampliación de cobertura y carriles exclusivos son una necesidad imperiosa para el buen desempeño de tiempos, recorridos, velocidad uniforme, itinerarios, adecuada y ágil transferencia de rutas que en verdad satisfagan las necesidades del usuario equilibrando eficientemente la preferencia del uso individual de transporte.

No necesitamos días sin carro. Necesitamos actuar con lógica, inteligencia y autoridad.

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