Evolución del correo, la mensajería y la entrega a domicilio
A un costado del icónico Puente Ortiz quedaba
la oficina postal caleña. Bajando las gradas del Edificio Gutiérrez
entregábamos cartas y postales llevando el dulce aroma de las cadmias del Paseo
Bolívar y el colindante barrio Centenario a lejanos destinos. Nos divertíamos
besando y humedeciendo las estampillas que colocábamos en los sobres de cartas
como rubrica de identidad nacional entregándolas a las bellas trigueñas que
atendían las ventanillas. Retornábamos a ese mismo sitio, días después,
buscando en las casillas o apartados postales contestación a nuestras misivas
que el correo de Avianca traía de la distancia.
Hoy tan solo queda el recuerdo y el quiosco
del parque de la retreta en aquel emblemático lugar.
El servicio postal fue evolucionando
rápidamente, esfumándose con el tiempo aquellas remembranzas. El invento del
teleimpresor, aquel ruidoso aparato usado por las agencias noticiosas,
evolucionando en la máquina de fax, donde los mensajes, casi en su forma
original, eran transmitidos inmediatamente, fue el principio del fin de la era
de las oficinas postales en el mundo. Internet nos desplegó y llevó hacia
direcciones virtuales electrónicas, con capacidad de manejo de pesados archivos
que jamás imaginamos posible el siglo pasado.
La paquidermia e ineficiencia de las oficinas
postales, sumadas a la incapacidad de respuesta al mundo cambiante, dio lugar a
la creación y proliferación de servicios agiles de mensajería. Fred Smith,
concibió la idea, en 1965, en su tesis de grado en la Universidad de Yale,
creando Fedex unos años después. Tres jóvenes norteamericanos, Adrian Dalsey,
Larry Hillblom y
Robert Lynn, fueron
pioneros en 1969, al fundar la empresa que llevaría en su nombre la primera
letra de sus apellidos. Así nació DHL, convertida hoy en representativa
empresa global de logística con presencia en 170 países, cubriendo operaciones
en más de 500 aeropuertos, flota propia de aviones, miles de vehículos de
reparto en 700 centros de distribución en el mundo. Fue la respuesta a un mundo
innovador, precursora de centenares de servicios de mensajería nacional y
global.
Igual suerte
innovadora ha sucedido con el servicio de entrega a domicilio.
Arraigado en
nuestra cultura e inspirado en un inicio en la necesidad de las farmacias de
atender rápidamente el enfermo que no podía acudir físicamente al lugar, evolucionando
hacia alimentos preparados y todo tipo de mercancía, evitando las irritables
congestiones del actual pesado tráfico vehicular urbano fue transformando la
entrega a domicilio en respuesta al mundo cambiante.
Los
“centennials”, nacidos después de la década de los noventa y “millenials”,
nacidos en los ochenta, a diferencia de la
“Generación X”, nacidos en los sesenta y los baby boomers de los años cincuenta,
quienes nos acomodamos a tendencias tecnológicas, nacieron y crecieron en la
era digital del internet.
Sus hábitos de
no hacer filas, menos
esperar ser atendidos en tiendas, supermercados o restaurantes es cosa del
pasado. La facilidad de aplicaciones disponibles en teléfonos inteligentes y su
destreza de interactuar en un mundo digital han sido fundamentales en el
crecimiento de los negocios de entrega a domicilio.
Grandes superficies, almacenes de cadena,
supermercados, restaurantes, cafés, “cocinas
escondidas” y todo tipo de establecimiento comercial apuestan a su crecimiento,
fortaleciendo la logística y plataformas de entrega a domicilio. Quienes
se queden atrás desaparecerán.
No obstante y mientras se adecuan sus nuevos
portales, crecen exponencialmente pequeños negocios que ofrecen cómoda y
digitalmente el servicio. Domicilios.com, Rappi, Ubereats, Merqueo, Mercadoni,
entre otros, son los nuevos actores de un mundo cambiante.
“La tendencia es irreversible”
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