Sin Palabras

 


Pese a que el castellano es uno de los idiomas mas ricos en su vocabulario, lo acontecido en Colombia, y especialmente en Cali, en los últimos días difícilmente puede expresarse o calificarse. 

 

Estupor, Insensibilidad, Caos, Indignación, Rabia, Furia, Rechazo, Sevicia, Salvajismo, Barbarie, Ensañamiento, Vandalismo, Terrorismo, Desamparo, Vulnerabilidad, son apenas algunas palabras describen lo acontecido. 

 

La manifestación y marcha pacifica convocada por algunos sectores de la economía en rechazo a la inoportuna reforma tributaria presentada por el gobierno nacional fue el motivo invitando a la protesta. No es menester ocuparme del tema, pues en columna anterior ya lo había expresado. Tampoco me ocuparé de la anarquía vivida en la ciudad y el país. Estamos saturados con suficientes imágenes de la devastación y destrucción. Excelentes perspectivas han sido destacadas por eruditos columnistas.

 

https://guillermoulloatenorio.blogspot.com/2021/02/encrucijada-y-dilema-de-una-reforma.html

 

Sin embargo, los consabidos cierres de algunas vías y entradas a las principales ciudades del país, correspondía a una estrategia elaborada en detalle, distractora de actos vandálicos, debidamente planeados, atentando contra la infraestructura de bienes públicos. 

 

https://guillermoulloatenorio.blogspot.com/2019/11/ceso-la-horrible-noche-desenlace-de-una.html

 

A primera hora del 28 de Abril, indígenas del resguardo caucano Misak estaban derribando la icónica estatua del fundador de la ciudad, Sebastián de Belalcazar. En agosto 2020, la misma colectividad indígena habían hecho lo mismo con la estatua del mismo personaje en Popayán. En noviembre 2020 la caravana indígena, de paso por Cali, dirigiéndose a protestar en Bogotá, habían advertido su intención. 

 

https://guillermoulloatenorio.blogspot.com/2020/09/monumentos-y-estatuas-son-simbolos.html

 

La pregunta lógica ante la crónica de muerte anunciada, es la radiante ausencia de organismos de inteligencia de las fuerzas armadas en prevención del nefasto insuceso.

 

El alcalde Ospina, a quien el problema y la ciudad le quedaron grande, salió soterradamente en defensa de lo actuado expresando la necesidad de reconocer, a través de monumentos, la historia de las diferentes etnias pobladoras de la ciudad. 

 

Pareció olvidar, en su locuaz intervención, que la recién intervenida plazoleta Jairo Varela, honra al músico afrodescendiente chocoano. Amnésico cuando no recuerda, la ciudad es sede del festival mas importante de música del pacifico, honrando la cultura afrodescendiente, en honor al músico bonaverense Petronio Álvarez, cuyo busto se encuentra enfrente de las canchas panamericanas. 

 

Desconoce también, que hace ocho años, se intentó bautizar el túnel de la Avenida Colombia como tributo al afrodescendiente líder haitiano Alexandre Petion, cuyo busto se encuentra al costado del CAM.

 

También olvida que existe en la comuna 6 de Cali, tres barrios, Petecuy I, II y III, en honor al cacique de Lilian, comarca indígena vallecaucana. También desconoce que el Valle del Lili, es el mayor tributo a los indígenas Lilies, con el nombre de barrios, colegios e instituciones de salud.

 

Empecemos la reconstrucción de la ciudad, símil de las secuelas sufridas por las capitales europeas arrasadas por bombardeos en la Segunda Guerra Mundial, levantando nuevamente la Estatua de Sebastián Moyano, o de Belalcazar, o Benalcázar. 

 

“Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla” Napoleón Bonaparte

 

Foto cortesía El Tiempo

Comentarios

Entradas populares de este blog

Juegos Panamericanos; De la Gloria de Cali al Infierno de Barranquilla

Centenaria costumbre de soportar el calor de temporada

¿Rebeldía o Anarquía?