¿Seguirá por las nubes la canasta familiar?

 


Recientemente el DANE reveló que el dato de inflación este año, alcanzando un 9,23% anualizado, es el más alto de los últimos veintiún años. El mayor impacto correspondió al costo de alimentos y bebidas registrando un 26,1% de alza.

 

Varios factores son atribuidos a este fenómeno alcista. Los efectos de la pandemia y post pandemia es el mas relevante. Fueron años de recesión, de demanda insatisfecha y represada con el consecuente reacomodo de la oferta. En la medida que se normalizaba la situación pandémica las cadenas logísticas de suministro habían sido fragmentadas. Los insumos requeridos se encontraban ante múltiples inconvenientes afectando la programación uniforme de producción y entrega de productos finales. Este fenómeno proyectó índices inflacionarios globales de las economías más estables, repercutiendo en el mundo entero. La irregular logística de rotación de contenedores empeoró la situación.

 

El conflicto ruso-ucraniano ha sido otro factor. Rusia, gran productor de gas y petróleo, ha sido castigado con bloqueos comerciales. Consecuentemente, el precio del petróleo ha llegado a niveles registrados hace más de una década, encareciendo el costo del transporte. El trigo, maíz y otros cereales, cultivados en esta afectada región, disminuyen la oferta, elevando los precios. También la región es la mayor productora de insumos fertilizantes, encareciendo dichos elementos, fundamentales para la producción agropecuaria global. 

 

Los insensatos promotores del paro nacional y los consiguientes bloqueos del año 2021 son los directos responsables de la carestía nacional. Su insulso discurso ideológico, aplaudido por la ignorancia de millones de vandálicos seguidores, jamás imaginaron el daño colosal que le causaron a la mas vulnerable población, la misma que en su falso discurso pretendían proteger.  Millones de aves y cerdos sacrificados, rompiendo el ciclo de producción, reposición que no se regulariza este año. Cientos de miles de galones de leche fresca perdidos ante la imposibilidad de su transporte, afectando consecuentemente el sector de derivados lácteos. Toneladas de frutas, hortalizas y productos perecederos dañados. Perdidas acumuladas que estamos asumiendo todos en el valor de los alimentos.

 

Carencia total de políticas certeras de estado de incentivar la ruralidad colombiana. Un Ministerio de Agricultura dedicado a la micro política agraria, en vez de estimular pequeños, medianos y grandes productores agropecuarios con programas de aprovechamiento de la riqueza de pisos térmicos, llanuras, recurso hídrico, en beneficio de la multiplicidad de la inconmensurable oferta nacional de productos del campo. Una obnubilada perspectiva de no invertir en infraestructura de servicios públicos, vías secundarias y terciarias que acerquen el productor rural con los centros de consumo, de paso disminuyendo su dependencia en la larga cadena de intermediación y el inadecuado aprovechamiento en el precio de compra a la trabajadora comunidad rural. Una reforma laboral incluyente a programas de seguridad social del trabajador del campo.

 

https://guillermoulloatenorio.blogspot.com/2022/03/que-se-debe-hacer-con-la-bonanza.html

 

Si algo nos enseña esta coyuntura alcista es que Colombia está preparada para la desglobalización que se avecina. Fuimos bendecidos por una ubicación tropical que permite ser autosuficientes en producción de artículos de la canasta familiar. Sin embargo, el país ha tomado la decisión facilista de la dependencia en importaciones de alimentos. Con una divisa por encima de $ 4 mil pesos será inalcanzable la canasta familiar, hoy trepada entre nubarrones de incertidumbre.

 

El futuro del país, como lo he comentado anteriormente, y no me cansaré de repetir, esta en fortalecer una política agropecuaria que conviertan el país en competitivo jugador global.

 

https://guillermoulloatenorio.blogspot.com/2020/09/agro-impulsara-definitivamente-la.html

 

Mientras no ocurra lo anterior, la canasta familiar seguirá por las nubes.


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