Cali, la ciudad-región soñada

 

Hace ciento doce años, en 1910, se formó jurídicamente el Departamento del Valle del Cauca, eligiendo a Cali su capital. La ciudad había sido fundada por Sebastián de Belalcazar en 1536, a su paso del sur del país y Ecuador, siendo aún más antiguo el vecino municipio de Jamundí. 

 

La época colonial española había determinado las ciudades sobre la margen derecha del rio Cauca como sus principales centros. Desde Cartago, pasando por Buga y conectando los municipios de Corinto y Miranda en el departamento del Cauca era la ruta lógica, denominada Camino Real, que conducía a la colonial capital del Gran Cauca, Popayán.

 

Aquella margen derecha del rio, coloquialmente conocida como la del otro bando, era, y aun sigue siendo, despensa alimentaria del país. Los vastos y abnegados terrenos inundados por las crecientes de decenas de ríos tributarios de la cordillera central al rio Cauca, y sus mismas madres viejas, fueron paulatinamente, a un gran costo durante décadas de trabajo, siembra, cosecha y adversidades, adecuados por los hacendados desde hace más de tres siglos. Ante el insoportable calor del valle, la población indígena migró nuevamente a sus resguardos ancestrales en la cordillera. Fue en este momento que la raza afrodescendiente ocupó su lugar aportando su alegre cultura a la multiétnica vallecaucana.  La adecuación de las llanuras, que las épocas secas dejaba, era conquistar y aprovechar la fertilidad del sedimento que por millones de años habían depositado en sus extensas vegas los ríos. De ganadería a la agricultura y agroindustria fue el gran salto hacia el siglo XX.

 

La cercanía de Cali con el puerto de Buenaventura, le merecía su importancia estratégica. Sin embargo, la ciudad, por siglos un cruce de caminos, empezó su dinámico desarrollo cuando el ferrocarril unió los vecinos departamentos con el puerto marítimo y posteriormente el transporte aéreo conectó la región con el mundo. 

 

Las inversiones extranjeras empezaron a llegar convirtiendo la región en receptora de decenas de multinacionales, impulsando centenares de empresas pequeñas y medianas proveedoras del surgimiento industrial. Paralelamente, los viejos trapiches paneleros, transformados en ingenios azucareros e infinida de industrias asociadas, generaban bienestar y compromiso social con las poblaciones vecinas. El empleo formal floreció, la academia se fortaleció acompañado de un compromiso cívico y fundacional, convertido en modelo ejemplar nacional.

 

Esa visión de la dirigencia impulsaron la creación de cientos de entidades públicas, como la Corporación Regional del Valle del Cauca, CVC , con el objetivo fundamental de regular las aguas del rio Cauca y sus tributarios, fortaleciendo la agroindustria, al uso eficiente del recurso hídrico, de paso protegiendo las poblaciones ribereñas de devastadoras inundaciones y generación de energía hidroeléctrica. 

 

La Universidad del Valle, otra hazaña de la dirigencia, fue la respuesta hacia el fortalecimiento académico. Difícil imaginar, para aquellos soñadores cívicos, que UNIVALLE, a través de su facultad de medicina y hospital universitario se convertiría en reconocido patrón internacional. Esta incipiente semilla germinó el florecimiento del sector de salud más importante del país con centros hospitalarios, de investigación y desarrollo prestigiosamente reconocidos y elogiados globalmente.

 

De igual manera y en pocas décadas la ciudad de Cali, acogió más de cuarenta instituciones de educación superior, transformándose en ciudad universitaria, educando, formando y entrenando profesionales, en infinidad de carreras, encaminados a la conquista de mercados laborales locales e internacionales.

 

El pequeño villorrio de 24 mil pobladores de 1900 es hoy una ciudad cosmopolita cercana a 3 millones de habitantes, caracterizada por su nueva vocación como centro de bienes y servicios. El legendario cruce de caminos legó una distintiva raza multiétnica, alegre, laboriosa y deportiva. Hoy Cali es la más importante ciudad región del occidente colombiano, impactando e interconectada a la hipotética ampliada área metropolitana y sus departamentos vecinos. 

 

Cali no puede perder su destino, privilegio y vocación, entregando su administración política a nefastos y corruptos mercenarios. Cali merece ser rescatada de las garras de los desgreños de ineficiencia, inactividad e improvisación. 

 

La ciudad región reclama soluciones a su dinámico crecimiento y desarrollo socio económico, en infraestructura vial, movilidad, seguridad, empleo, amplia cobertura de servicios básicos, autoridad y prístina administración del recurso público. 

 

Terminadas las campañas a congreso y presidenciales es momento de buscar y apoyar candidatos a la alcaldía de la ciudad, con visión de ciudad región, que recupere ese privilegiado legado de una clase dirigente comprometida, girando nuevamente hacia la dinámica que una vez ostentó la ciudad y bendecida región. 

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