Una reforma tributaria de escueto sustento

 

Cada cuatro años, los gobiernos de turno acuden en búsqueda de nuevos tributos, escudándose en cerrar brechas de inequidad, desigualdad, pobreza y protección social. El gobierno Petro no es la excepción. Se olvida que, para construir un país rico, hay que primero consolidar el aparato productivo. También olvidan que la responsabilidad debe ir acompañada de la austeridad fiscal del mismo estado.

 

En la última versión de reforma tributaria, no hay mención alguna al recorte del gasto público. Sencillamente se continua en búsqueda de nuevos tributos sin destinación especifica. En esta ocasión el académico ministro de Hacienda amplia la base tributable gravando productos de la canasta familiar, amparado en insulsas e improbadas pretensiones de salud pública y estrategias medio ambientales.

 

Gravar los alimentos ultra procesados y bebidas azucaradas, no es nada diferente a convertir los productores en simples intermediarios de rentas. Imponer un impuesto al plástico de envolturas de un solo uso, además de descabellado, es negligente. En 2016 se impuso el impuesto a las bolsas plásticas. Inició en $ 20 y hoy es de $ 53, lo cual representa en seis años un incremento del 165%. Al igual que el 4 por mil, que cumple 24 años desde su concepción se convirtieron sencillamente en rubros adicionales del ingreso. Las motivaciones iniciales se perdieron en el laberinto tributable y ningún gobierno en su rendición de cuentas da razón de su uso.

 

Desestimular la actividad hotelera y ecoturismo al igual que cultivos de vocación exportable incrementando el impuesto de renta del 9 al 35% difiere de promesas aterrizadas de campaña del hoy presidente de incentivar actividades que podrían sustituir ingresos de moneda extranjera.  

 

Gravar las pensiones es entrar en la penumbra de doble tributación, pues los ingresos corresponden a actividades laborales que en su momento fueron gravadas y contribuyeron con el respectivo tributo. Igual podría considerarse como doble tributación, el impuesto al patrimonio y de dividendos.

 

Colombia es generador de energías limpias renovables. El 70% corresponde a generación hidroeléctrica. Esa situación la convierte en unos de los países menos contaminados por efectos de emisiones de combustible fósil. Por lo anterior se califica como irresponsable improvisación el impuesto al carbono, aplicable a países de alta contaminación, que no es el caso colombiano.

 

Gravar la exportación de petróleo crudo, cuando ECOPETROL, es estatal, además de incongruente es pasar de un bolsillo a otro, sin justificación técnica alguna.

 

La reforma pone a prueba la capacidad de inteligente análisis, sensato debate, consideraciones y concertaciones juiciosas y realistas del sector gremial, productores, contribuyentes y el mismo poder legislativo quienes lidiarán democráticamente procesos de modificación a la propuesta radicada.

 

La reforma propuesta impactará el consumo en razón al mayor valor de alimentos sufragados por el consumidor final, independientemente de su estratificación socio económica, convirtiéndola en una reforma más nociva que la que motivo el año pasado el “estallido social” impulsada por el entonces candidato, hoy presidente.

 

Aunque no se considera de tramite urgente, sería absurdo tildarla como tal, cuando la afectación e impacto general a toda la población requiere profundo análisis.

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