Colombia es narcoestado, ya no es una verdad oculta

 


Hace cincuenta años el revolucionario movimiento juvenil norteamericano, que manifestó contra la guerra en Vietnam, que expresó inconformidad a través de expresiones musicales y libertinaje, encontró en el consumo de marijuana, cocaína y sustancias sintéticas psicodélicas escape de la mundana monotonía.

 

Los cultivos de marijuana colombianos encontraron en ese infinito mercado norteamericano la oportunidad de introducir el producto, periodo conocido como la “bonanza marimbera”. Décadas después, los traficantes descubrieron en el envió de la cocaína cultivada en los países vecinos de Perú, Ecuador y Bolivia, mejor ganancia, facilidad y practicidad volumétrica de su transporte. Posteriormente Colombia pasó de intermediario a ser el más grande cultivador de hoja de coca en el mundo.

 

Surgieron incipientes carteles de narcotráfico, liderados desde Medellín y Cali. Pablo Escobar, el más notorio narcotraficante de los años ochenta, fue el primero en doblegar el estado. Utilizó el movimiento guerrillero del M-19, como brazo armado en la sangrienta toma del palacio de justicia del año 1985, en retaliación por el desmantelamiento del más grande laboratorio procesador del alcaloide, Tranquilandia, el año inmediatamente anterior, y la pérdida de su curul como congresista a instancias de las acusaciones de Rodrigo Lara Bonilla, ministro de Justicia de Belisario Betancur. Escobar lanzó una feroz, sangrienta y devastadora guerra contra el país, buscando frenar la extradición, hecho logrado en la Asamblea Constituyente de 1991.

 

Con la muerte de Escobar en 1993, el sobreviviente cartel caleño de los hermanos Rodríguez Orejuela, permearon la campaña del entonces candidato liberal, elegido posteriormente presidente, Ernesto Samper Pizano. No obstante, Samper salió ileso de las acusaciones y arrestó a los Rodríguez, el país cayó en desgracia, siendo descertificado por el gobierno norteamericano.

 

Andrés Pastrana, quien sucedió a Samper, logró con el presidente norteamericano Bill Clinton, concebir el Plan Colombia de lucha bilateral contra el narcotráfico, logrando algunos hitos importantes. El presidente Uribe continuó y logró bajar los cultivos a cerca de 40,000 hectáreas. Lamentablemente el presidente Santos, con desatinadas decisiones, inspiradas y apoyadas por su enfermizo afán de buscar los acuerdos de paz con la guerrilla de las FARC, entregó al presidente Duque, la tenebrosa cifra superando 240,000 hectáreas cultivadas, reducción que en su mandato fue imperceptible.

 

https://guillermoulloatenorio.blogspot.com/2017/03/colombia-convertida-en-narco-estado.html

 

El presidente Petro, le pone el cascabel al gato. Reconoce a Colombia como el más grande productor y traficante de cocaína en el mundo. Por ello insta a las autoridades norteamericanas, el mas grande consumidor del narcotráfico colombiano, revisar el fracasado modelo del Plan Colombia. Propone legalizar la marijuana colombiana, cultivada extensa e ilegalmente en los llamados pesebres, ubicados y amparados en resguardos indígenas del pie de monte cordillerano del norte caucano. Eliminará la erradicación forzosa de los cultivos, suprimirá definitivamente la aspersión área con glifosato y revisará la postura de la extradición de narcotraficantes. El ultimo anunció del presidente Petro es convocar una Asamblea de Cocaleros.

 

Como ricos vergonzantes Colombia escondía por décadas lo que Hollywood disfrutó en sus producciones cinematográficas. El país es un narco estado, controlado como una marioneta por los oscuros brazos del narcotráfico. Cientos de alcaldes, concejales, diputados y congresistas elegidos con aportes de “traquetos”, no es nuevo. La rampante corrupción que permite la minería ilegal, tráfico de armas, cultivos ilícitos e inmensos corredores de narcotráfico entre las zonas productores y puertos, con impunidad total es parte de la identidad del país.

 

La que por décadas era una verdad oculta, Petro la desenmascara. Colombia es un narcoestado.


Imagen de Raúl Palacios / El Pais, Cali

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