Centroamericanos y mexicanos: Inversionistas destacados en Colombia

 


Recientemente se rumoró la venta de Postobón, la joya de la corona de la organización Ardila, a un consorcio guatemalteco. Se prendieron las alarmas nacionalistas y se preguntaban la razón de la desinversión del grupo colombiano y la inversión extranjera al país, ante la incertidumbre e inestabilidad de seguridad jurídica del desgobierno actual. Unos días después el rumor fue desmentido por la Organización Ardila, la cual sigue comprometida con el desarrollo de actividades productivas en el país.

 

Surge la pregunta de por qué inversionistas centroamericanos invierten en Colombia. Las razones principales, entre otras, son: valor competitivo de las empresas colombianas a nivel global, oportunidad de acceder a un mercado de 50 millones de consumidores y cambios generacionales que favorecen nuevas estrategias sin apego a la visión original de los fundadores.

 

Sea cual fuere la razón, la inversión centroamericana en Colombia simboliza confianza en un país democrático, que, si bien atraviesa por un momento coyunturalmente difícil, el futuro es prometedor.

 

Colombia ha sido gran receptor de inversiones centroamericanas y mexicanas. FEMSA-Coca Cola, es el mayor embotellador de la marca mundialmente. A su vez, el grupo mexicano es el mayor accionista de los almacenes de cadena Oxxo y las farmacias Cruz Verde. 

 

El grupo salvadoreño Calleja adquirió hace unos años la mayor cadena de ventas al detal colombiana Éxito, confirmando la confianza en el país. Igual sucedió con la cadena Dollar City, con inversión de otro salvadoreño, Marco Andrés Baldocchi Kriete, quien comparte participación accionaria con inversionistas canadienses.

 

Los concesionarios de automóviles en Colombia están hoy en manos de multinacionales chilenas, inglesas y caribeñas, quienes no dudaron en el país.

 

Otra muestra de confianza son las recientes adquisiciones de dos iconos caleños.  El medio informativo caleño, El País, vinculándose el empresario dominicano Eduardo Hernández Incháustegui, quien acordó la compra con el grupo Gilinski. Y el Deportivo Cali, recibiendo una inyección de US $ 55 millones proveniente del consorcio guatemalteco IDC Network.

 

Estas billonarias inversiones en Colombia son un reflejo de confianza y fe en nuestro país, el cual como nacionales, a veces denigramos del mismo, soñando con empacar maletas, salir huyendo, dejando atrás este paraíso terrenal que el Señor nos ha concedido. 

 

Aparentemente, el viejo refrán usado para describir una situación en la que una persona o cosa empeora, pasando de una condición mala a una peor de “Guatemala a Guatepeor” no está en el imaginario guatemalteco empresarial, sino en el imaginario de nuestros ciudadanos, que no ven más allá de la crisis de gobernanza por la cual atraviesa Colombia.

 

Nos están dando una lección, pues “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. 


Un gobierno con el sol a sus espaldas hará lo imposible por intentar permanecer en el poder. Es nuestra responsabilidad patriótica, hoy cumpliendo 215 años desde el episodio del Florero de Llorente, y aprovechar la oportunidad histórica derrotando la insensibilidad, insensatez, desgobierno, corrupción y vergüenza que el actual gobierno representa.

 

Es el momento de cerrar filas hacia el proceso democrático que se avecina próximamente, recuperando confianza en nuestra patria.




 

Foto Cortesía Caliesribe.com


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