¿Estabilidad diplomática en peligro?

 


La incontinencia verbal de Gustavo Petro no tiene límites. En su reciente visita a Cali del 10 de junio (2025), desde la tarima de la Plazoleta de San Francisco, acusó al secretario de estado norteamericano Marco Rubio, quizás uno de los funcionarios más cercanos al presidente Trump, de estar planeando un golpe de estado en su contra. En su delirante y paranoico discurso llegó a aseverar que lideres de la extrema derecha colombiana se habían reunido con el norteamericano para llevar a cabo el plan.

 

Ante esta coyuntura, el gobierno norteamericano llamó a consulta a su embajador encargado en Colombia a Washington, agravando la relación diplomática de ambos países. Como respuesta el gobierno nacional también llamó a consulta a Bogotá su embajador en Washington, generando zozobra y preocupación del devenir de las relaciones bilaterales.

 

La irresponsabilidad, indigna de un jefe de estado, nuevamente amenaza la estabilidad política, comercial y nexos diplomáticos con la primera potencia mundial. Después del absurdo incidente de enero que enfureció a Trump, del cual Petro tuvo que retractarse de sus infundadas acusaciones sobre la política migratoria estadounidense, parece no haber aprendido el riesgo para el país de sus insulsas declaraciones. 

 

Estados Unidos y Colombia han gozado 200 años de alianzas estratégicas. Es su principal socio comercial. Las ayudas del Plan Colombia han beneficiado el país. La lucha contra el narcotráfico sigue siendo el mayor reto de ambos países, certificando en junio 2025 las Naciones Unidas a Colombia ser el mayor productor de hoja de coca y productor de cocaína del planeta.

 

La semana negra del presidente Petro, marcada por cuatro incidentes, atraviesa la peor inestabilidad de gobernanza de nuestra historia reciente. 

 

La renuncia de la ministra de Relaciones Exteriores, Laura Sarabia, fiel escudera del presidente, deja un vacío diplomático en momentos cruciales. La orden de captura contra Carlos Ramón González, compañero de lucha guerrillera del presidente, por escándalos de corrupción confirma la inestabilidad del gobierno de cambio que nunca se vislumbró. La reprimenda recibida del presidente francés Macron por absurdas declaraciones en Sevilla, España, en foro que equivocadamente atendía Colombia, se suman al incidente norteamericano.

 

Internamente insiste en convocar una Asamblea Constituyente sin pies ni cabeza. Si bien es cierto la Constitución de 1991 no es perfecta, tampoco el gobierno nacional ha expresado con claridad cual es el alcance de la convocatoria. El recientemente nombrado ministro de justicia Montealegre, como mico en costurero, insiste sin fundamento alguno de tan incoherente iniciativa. 

 

La única razón de invocar el mecanismo es estrategia electoral para que se acuda masivamente en elecciones de congreso en marzo de 2026, respaldando el movimiento del Pacto Histórico asegurando la mayoría en el poder legislativo. Con lo cual sí el país elige opositor al actual gobierno se dificulta su mandato, tal y como lo ejerció el derrotado candidato Petro durante los cuatro años de Duque. En caso de elegir equivocadamente la continuidad tendría un congreso de bolsillo para reformar totalmente la institucionalidad del país e inclusive llevar al país a la dictadura similar a Venezuela, Nicaragua y Cuba. 

 

¿Será que la amenaza diplomática es la cortina de humo para permanecer en el poder?


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