El león “Júpiter”, una lección de vida y prueba de infinito amor

Hace un tiempo tuve la oportunidad de conocer a Ana Julia Torres en su refugio “Villa Lorena”. Una mujer sencilla y amable, digna de admirar por su altruista labor de rescatar, cuidar, alimentar y dar cariño a animales mal tratados. 

Cuando me recibió, orgullosamente me dio un paseo por el lugar. Me asombró como saludaba a cada uno de los maltratados animales por su nombre y como ellos respondían con la nobleza, gratitud y amor propio de animales con su amo. Aunque muchos de ellos salvajes, los trataba como sus mascotas, y de la misma manera respondían. En esa ocasión me presentó a su preferido, el león “Júpiter”. Me contó lo había cuidado desde que logró rescatarlo, a escasos tres meses de edad, de un circo que pasaba por la ciudad de Cali, encontrándose en total abandono.

Hace unos años se viralizó el video de Ana Julia recibiendo cariñosos abrazos del felino “Júpiter” desde su jaula, finalizando con simbólico beso. Era la forma de agradecer a su madre “adoptiva”, los cuatro días y sus noches, que ella había dedicado para lograr su recuperación de una intensa diarrea que le aquejaba y lo tenia agonizante.  

El video es una lección de vida y prueba de infinito amor.

En la administración del improvisado e insensible alcalde Armitage y con el fin dar paso al proyecto del inconcluso jarillón de protección del Rio Cauca, ordenó el desalojo del refugio “Villa Lorena” por ocupar parte del trayecto que requería la obra. Delegó al DAGMA, autoridad municipal medioambiental, proceder con el traslado de 230 animales. Su director, el odontólogo, Luis Alfonso Rodríguez Devia, aduciendo cumplimiento jurisprudencial clausuró el refugio. Sin resquemor alguno y enceguecido por las mieles del poder que obnubilan el sentido común condenó los animales a su trágico final.

El león “Júpiter”, pesando 250 kilos, fue trasladado al único lugar que lo recibió, el zoológico Los Caimanes en Buenavista, Córdoba. El DAGMA jamás realizó ni analizó juiciosamente sí era el lugar apropiado. Sencillamente tenían que cumplir la orden del alcalde.

Casi dos años después, Ana Julia sentía una corazonada que algo grave le pasaba a su venerado felino. Envío a un veterinario amigo al zoológico donde se encontraba Júpiter. La dolorosa corazonada fue confirmada. El abandono sufrido por Júpiter lo había llevado a perder las dos terceras partes de su peso. El animal no podía pararse y sus órganos vitales estaba comprometidos. 

Ana Julia, y su infinito amor, empezó a mover cielo y tierra para trasladar nuevamente a Júpiter a su seno maternal. Como era de esperarse el afán protagónico de los funcionarios públicos, en esta ocasión compensado, funcionó. Desde el Ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, quien puso a disposición un avión de la Fuerza Aérea, el Alcalde Ospina quien habilitó el hogar de paso, el concejal Roberto Ortiz, y por ultimo el recién posesionado Fiscal General de la Nación, Francisco Barbosa, salieron a dar solución a la malaventurada desdicha. 

Ojalá por Ana Julia y su apreciado león encuentren un final feliz. Pero lo cierto es;

El león “Júpiter” es símbolo inequívoco de la desidia, indolencia e ineficiencia inhumana del estado

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