Coronavirus vs Calidad del Aire


Las medidas adoptadas por el gobierno nacional buscando prevenir la propagación del virus, protegiendo la vida y salud de la ciudadanía, son las mas estrictas que el país recuerda. No solamente se restringen las reuniones publicas y privadas mayores en asistencia de quinientas personas, sino que algunas empresas, como el caso de Cine Colombia, cierran temporalmente la proyección en sus salas. Ante la suspensión de las pruebas ICFES el domingo 15 de marzo, los estudiantes tendrán oportunidad de prepararse para la nueva fecha. Las Asambleas corporativas, convocadas tradicionalmente en el mes de marzo, igualmente tendrán que ser reprogramadas.

El mundo jamás había estado tan convulsionado y expuesto globalmente por la propagación de una plaga. Las bíblicas siete plagas se habían concentrado geográficamente en un pequeño rincón del mundo. En los actuales tiempos modernos la facilidad del transporte aéreo intercontinental ha sido el instrumento de propagación mas eficaz. El contagio se irradio rápidamente en menos de dos meses a todos los rincones del planeta.  

No obstante, la gravedad de la calamitosa epidemia y el temor creado por el virus Covid-19 o Corona Virus ha nublado la verdadera problemática nacional, la calidad del aire.

Bogotá, Ráquira, la Zona Minera del Cesar, Medellín, Barranquilla, Yumbo y Cali han venido registrando altos indicadores del deterioro de la calidad del aire. El IDEAM advierte desde hace tres años el detrimento paulatino contaminante del aire en Colombia. Tanto Medellín, como Bogotá, han tenido que declararse en estado de alarma roja en varias oportunidades implementando la restricción vehicular mediante el uso de un “pico y placa ambiental”.

El Instituto Nacional de Salud (INS), estima que las muertes en Colombia, en 2018, atribuibles a la contaminación del aire se estiman en 20,000. Comparadas a las 12,000 muertes violentas la contaminación es el mayor verdugo. Sí las comparamos con las 5,000 causadas por el Covid-19 en el mundo entero, la gravedad de la contaminación ambiental colombiana es infinitamente superior, mas preocupante, relevante y es donde el gobierno debe priorizar sus esfuerzos.

La severidad de la autoridad con los actores contaminantes es precaria. 

Poco se conoce de cierre de plantas industriales por altos niveles de contaminación. Los Centros de Diagnostico Automotor, encargados de las pruebas contaminantes, se limitan al diagnostico, pues no tienen autoridad de retener vehículos. En los retenes móviles, las autoridades de transito, revisan documentación, mas no verifican niveles contaminantes del vehículo. Los equipos rodantes de transporte de pasajeros urbano y de carga intermunicipal, los mas propensos, tanto por el uso de combustible diésel, como sus largos recorridos diarios, deberían ser revisados con mayor frecuencia. 

Las licencias de importación de vehículos, y el posterior control aduanero, poco o nada, exigen el cumplimiento verificable de estándares de polución admitidos. Es probable que ingeniosamente los grandes fabricantes utilicen el país para realizar “dumping” de unidades que países mas severos en controles ambientales no permiten su ingreso. 

Basta refrescar los escándalos globales por fraudulentos procederes en la venta de cientos de miles de vehículos dotados con motores diésel, incumpliendo la normatividad vigente de polución ambiental.

Una vez disipada la pandemia y pánico del Covid-19, dediquémonos responsablemente a combatir el mayor verdugo nacional, la contaminación del aire. 

“Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre llegó a ser un ser viviente.” Genesis 2:7



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